–¡¿Malena?! –preguntó mi madre desde afuera de la puerta de mi habitación.
–¡Mi mamá! –dije en voz baja y muy aterrada.
–¿Qué hago? –me preguntó Danilo con desesperación.
–¿Male? –siguió mi madre insistente.
–¡Ya voy! –le respondí mientras metía a Danilo debajo de la cama. Una vez lograr cubrirlo, abrí la puerta.
–¿Qué pasa? –le dije a mi madre con fastidio. Ella me miró desconcertada.
–Bueno, es que escuché un ruido y quería saber si estabas bien. –se excusó casi con vergüenza.
–¡No lo sé! Estoy tratando de dormir ¿Ya? –la quise despedir rápido.
–Ok. Buenas noches. –se fue a su cuarto un poco inhibida. Cerré la puerta y me aseguré de que entrara a su habitación. Me quedé escuchando el sonido de su puerta cuando la cerraba, para asegurarme de que no iba a escucharme.
–Ya puedes salir. –le ordené a Danilo en voz baja. Salió de allí con dificultad, arrastrándose con la espalda.
–Qué bueno... ¿Hace cuánto que no limpias debajo de la cama? Tiene mucho polvillo.
–No lo sé.... Escucha, debes irte. No quiero que mi madre sospeche. –le dije ofuscada.
–¿Cómo? ¿Quieres que me vaya? –me preguntó desconcertado.
–¡Sí...! ¡No! ¡Ya! No sé. –le respondí indecisa.
–Yo quiero quedarme contigo... dejamos esto pendiente desde ayer y no he parado de pensar en eso. Por favor, déjame quedarme. –me insistió tratando de ser cariñoso conmigo, dándome besos en el cuello.
–No... tengo miedo de que mi madre te encuentre aquí. –lo separé de mí, tomándolo de los brazos.
–¿Por qué debemos hacerlo cuando te plazca? ¿Quién te entiende? ¿Acaso no quieres estar conmigo? –me reprochó.
–Bueno... sí, pero tengo miedo a que nos descubra mi madre ¿No lo entiendes? Es muy arriesgado. –me excusé. Él se puso cabizbajo y suspiró. Se sentó en la silla de mi escritorio... le llamó la atención el libro "Pájaros de Fuego" y lo tomó.
–¡Ey! ¿Quién te dio esto? –me preguntó curioso, mientras hojeaba el libro.
–Mi tía Nancy... mi madre no lo sabe....
–¿Lo has leído? –me miró sorprendido.
–Sí ¿Y tú? –le respondí naturalmente, encogiéndome de hombros.
–Algo leí.... Era... fuerte para su época ¿De aquí aprendiste? –lo noté incómodo pero a la vez entusiasmado.
–Algo así. –lo miré de una forma sugestiva. Se levantó de la silla con el libro en la mano, mientras miraba las páginas.
–Cuando yo te diga... quiero que leas esta parte. –me mostró el párrafo de la historia... y no quedó allí. Esa noche lo hicimos desde las 11:30 hasta las 2 de la mañana. Todo fue despacio, sin hacer ruido. Primero comenzamos haciéndolo convencionalmente, poniendo mis rodillas más cerca de mis hombros y contemplando cómo entraba en mí. Luego descansamos y lo volvimos a hacer, pero esa vez estaba sobre él cabalgando hacia adelante y atrás... a mis gemidos los trataba de suavizar y casi callarlos para que mi madre no se enterara, pero ganas de hacerlo más fuerte no me faltaban. Danilo me sacó de él y me puso a sus espaldas... y comenzó a entrar en mí, haciéndolo al estilo perrito... lo sentía más a su miembro y la fricción era más intensa y a la vez suave....
–Lee la parte que te dije. –me ordenó entre suspiros. Tomé el libro y traté de leer, como pude.
–"... Él miraba la boca del sexo de la mujer, abierto y expectante... y de pronto.... –largué un gemido fuerte que Danilo tuvo que taparme la boca.
–Continúa leyendo. –me ordenó nuevamente.
–"... y de pronto la violencia del... deseo le hizo temblar... y contempló la...." ¡ah! –expresé de placer.
–Sigue... aquí. –me indicó otra parte entre jadeos, poniéndose más cerca de mí.
–"... Y al seguir andando, yendo ella delante, la rodeaba con los brazos y la arrojaba al suelo..."
–¡Sí! –exclamó lascivamente como si fuera un lobo.
–"... de modo que copulaban... a cuatro patas... como perros...." –me salió la voz apretada para no gritar.
–Ya casi.... –me avisó con un hilo de voz. Yo trataba de continuar y de no gritar.
–"El temblaba adentro de la mujer... empujaba... y vibraba... y le sostenía los pechos con las manos..." –él me los tomó, masajeándolos.
–Así....
–"-¿Quieres...? ¿Quieres tú? –preguntó Louis?"
–¿Y qué le dijo? –me preguntó mientras lo hacía con más fuerza y tomando nuevamente de mis caderas. Me sentó arriba de él, pero siguiendo estando de espaldas mientras continuaba.
–¡Sí... ya! –le respondí apretando la voz casi al borde del grito, estrujándose mi cara de no dar más de placer. Danilo me empujó hacia adelante, dejándome boca abajo sobre mi cama, y acabó después sobre mi espalda y un poco en mis nalgas como lo había hecho Mark esa vez. No dejó que yo también terminara... ¡fue un egoísta!
–¡Oh! ¡Sí! –exclamó de alivio.
–¿Ya? Debo limpiarme. –le dije molesta.
–Yo lo hago. –me respondió, pasándome una toalla de papel sobre mi espalda.
–Gracias.... –le agradecí desganada. Ya no quería que se quedara ¡Quería estar sola!
–¿Te gustó? –me dijo con picardía en el oído, sintiéndole el calor de su aliento. Me dio escalofríos su tono y su cercanía.
–Sí, ¡ya...! –le respondí sin importancia.
–Ya me voy ¿Te molesta?
–No, está bien. Ve a tu casa. –le respondí mientras me vestía. Me tomó de la cintura y me dio un beso que casi me borra la cara. Lo empujé hacia atrás.
–¡Ya! –le dije un poco risueña.
–Adiós. –se despidió en voz baja y se fue por la ventana.
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Malena a Los 14
Ficción GeneralMalena Despertares, a sus 14 años, transita la etapa más difícil en que se está convirtiendo de niña a mujer. Todo comenzó cuando descubre sus deseos eróticos a través del libro "Pájaros de Fuego" de la escritora Anaïs Nin, que le había regalado su...