Al día siguiente, la directora ya no estaba en su puesto. Presentó su denuncia con la excusa de que ya no podía seguir trabajando por problemas familiares... así lo dijo el nuevo director, el señor Adam Willis. Él era un hombre de unos cuarenta años y muy guapo. Tenía el cabello castaño y ojos grandes turquesas. Su sonrisa y simpatía cautivaba a más de una madre y hasta algunas adolescentes.
Después de clases, Antón me detuvo después de no contestarle sus mensajes.
–¡Hey! ¡Malena! –corrió hacia mí.
–¿Qué quieres? –le respondí ofuscada.
–Quiero hablar contigo.... –me lo suplicó.
–¿De qué? –me resigné.
–Quiero disculparme por lo que te dijo Diana. Me contaron lo que hiciste....
–Sí.... Debo irme. –me volteé para irme, pero Antón me detuvo tomándome el brazo.
–Espera. Te llevo hasta tu casa. –se ofreció. Suspiré, mirando para todos lados.
–Está bien. –accedí. Llegamos a mi casa y antes de bajarme, Antón me tomó el rostro y me dio un beso. Rápidamente sentí su lengua... pude hacerlo como toda una experta, haciéndole gustar más.
–Besas bien.... –comentó sorprendido.
–Vayamos a mi cuarto. –le ofrecí mordiendo mi labio y con un poco de nerviosismo.
–¿Tienes condón?
–Sí.... –le respondí segura.
–Vamos, entonces.... –nos bajamos del coche y nos fuimos a la puerta de mi casa. No había nadie. Mi tía no estaba tampoco.
–¿Hola? –llamé por las dudas. –No hay nadie. –le dije a Antón. Nos fuimos a mi cuarto. Al cabo de diez minutos, Antón estaba sobre mí, besándonos en mi cama. Tenía sus manos debajo de mi camiseta... luego se quitó la suya admirando su cuerpo atlético. Continuó besándome, suspirando los dos y sintiéndonos nuestros cuerpos. Abrí las piernas, sintiendo el roce de sus jeans en mi piel... sacó mi camiseta dejándome en sostén y luego desabroché el botón de sus jeans, bajando el cierre y metiendo mi mano sobre su ropa interior. Lo hice sobresaltar... pero le gustó.
–¿Eres virgen? –me preguntó con duda.
–No.... –le sonreí y mirándolo con deseo.
–Bien... ¡no sabes el alivio que me acabas de dar! –rio nervioso.
–Sigamos.... –le pedí desesperada. Me desabroché mi falda y la saqué rápidamente. Antón bajó sus jeans y se los sacó, atorándose en uno de sus pies y haciéndome reír. Se me acercó y comenzó a besarme desesperadamente. Me sacó mi panty y luego yo me saqué el sostén descubriendo mis pechos.
–Tienes lindos pechos. –me admiró. Reí ansiosa... me sentía deseada como nunca. Con catorce años, ya era el segundo chico con el que estaba...y con los que nunca pensé que iba a estar, porque eran para mí, amores imposibles. Antón besaba mis pechos, tomándolos y juntándolos con sus manos. Lamía mis pezones y eso me hacía gemir.... Luego, le di un condón para que se lo pusiera y enseguida se tiró arriba mío. Entró despacio dentro de mí. Se agitaba y gemía mientras se movía.
–Sí... así.... –le pedía entre gemidos, alentándolo y pasando mi mano en su nuca.... Pero terminó mucho antes de lo que pensé.
–¡Mierda! ¡Es la primera vez que me pasa! -se excusó avergonzado.
–Ok.... Lo siento. –le dije apenada.
–Me tengo que ir.... –me dijo mientras se sacaba el condón y lo tiraba en el cesto de papeles. Tomó su ropa y se vistió rápidamente.
–¿Ya tienes que irte? –le pregunté sorprendida, desnuda en mi cama sin taparme.
–Sí... debo entrenar. –me dijo muy agitado. Para mí se quiso ir de la vergüenza que pasó. Se fue en su coche y me di cuenta que no era para tanto... hasta llegué a pensar que Antón era virgen. A partir de ese momento, me di cuenta que los niños de mi escuela no eran más de mi tipo.
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Malena a Los 14
General FictionMalena Despertares, a sus 14 años, transita la etapa más difícil en que se está convirtiendo de niña a mujer. Todo comenzó cuando descubre sus deseos eróticos a través del libro "Pájaros de Fuego" de la escritora Anaïs Nin, que le había regalado su...