Víctima 4

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   Siempre le había admirado.

   Había admirado al hombre erudito que ahora estaba encogido en el suelo en posición fetal. Detras, vestida de negro, una figura me apuntaba con una pistola.

   No veía nada de su cuerpo: ni sus ojos, ni la boca, ni un trozo de mano. Pero sabía que había llegado el momento de morir.

   Antes de que apretara el gatillo, me dio tiempo a darle al botón de emergencia.

   O quizá le di a autodestrucción.

   Nunca lo averiguaré.

   Mis ojos se posaron en mi ídolo y cayó el telón.

A través de los ojos de las víctimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora