Víctima 49

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Huimos por los pasillos como antes lo había hecho yo.

Sigo a la mujer que mató mi corazón. Helen. Recuerdo mi primera vista de ella: entre todas esas luces de colores y entre los sonidos de las sirenas. Mirando al pobre hombre que me había cargado segundos antes.

Giramos por varios pasillos.

No fui capaz de matarla. La noqueé y la dejé allí... hasta que supe que mi anterior compañera había fallado y que la bomba iba a explotar.

Me lanza una pistola.

Me doy cuenta de que hay un grupo de agentes bloqueando un pasillo. No llevan escudos. Imbéciles.

Disparo con mi puntería certera e infalible. Seguimos corriendo.

Recuerdo que estaba a mitad de camino hacía el búnker. Me di la vuelta por completo y corrí como si mi vida pendiera de mis piernas... Tecnicamente lo hacía.

Más policías. Más gente muerta.

Corrí en contra de mis principios hacia la sala de vigilancia, hacia donde Helen se encontraba sin conciencia.

Doblamos por los pasillos. ¿Sabe el amor de mi vida hacia dónde vamos?

Tomé el cuerpo de la mujer y me lo eché al hombro. También me di cuenta de que no había matado al otro y salí del infierno cargando con dos personas inconscientes a los hombros.

Me coge de la mano. Un escalofrío lleno de adrenalina me recorre el cuerpo.

-Helen.

-No. Ahora no, Aitor.

Aitor. Me gusta mi nombre pronunciado de sus labios. Aitor, el nombre que odié por mucho tiempo.

Seguimos corriendo. Tengo la sensación de que estamos cerca de la salida.

-¡¡ALTO!!

¿Se creen que vamos a parar? ¿Se creen que voy a dejar que la atrapen?

Más flasbacks invaden mi mente mientras corremos: cuando despertó, cuando tuvo la inteligencia de no pedir ayuda, cuando mató a su propio hermano, cuando matamos juntos a nuestra primera víctima.

Oimos los disparos que los policías comienzan a tirar. Por desgracia no llevo mi chaleco anti-balas. Una de las desgraciadas balas me da en el muslo, lo que me hace dar un traspiés.

Helen sigue adelante. Lo mismo hago yo. A pesar de otras balas que me alcanzan sigo corriendo. Aprieto los dientes. Evito de todas mis maneras gritar. Hasta que veo la puerta. Helen me espera con el rostro rojo.

¡Huye! quiero decirle. ¡Vete sin mí!

Pero no lo hace. Espera segundos. Espera el tiempo que tardo en llegar hasta ella, en condiciones en las que no quiero que nadie me vea.

-Helen, vete sin mí. Déjame.

-Ni de coña, Aitor. Muévete.

-Me han alcanzado tres balas. ¿Crees que sin el chaleco es tan fácil resistir?

No haber matado a mi familia!

Este no es el momento de discutir. No estamos en un película donde la policía tarda siglos en llegar. No estamos en una película en la que el beso de la chica cura mis heridas. No.

Helen parece entenderlo porque me da un pico y se larga. Dejándome a mí con mi decisión.

Pronto siento las esposas de los ilusos y los empujones sin cuidado de los mismos devolviéndome por un camino más corto hacia mi celda.

💥💥💥

El sonido del martillo del juez retumba en mis oídos.

¿Por qué estoy en un juicio si todos conocen mi fama?

Porque la raza humana es lo más tonto del mundo. Y me incluyo en ella.

-Se le acusa de asesinato a múltiples personas, atentado contra el presidente y secuestros. ¿Algo que decir?

-¿Sabe acaso, señor juez, la razón por la que cometí tales delitos?

La audiencia calla. Todos atentos a mis palabras. Me gusta ser el centro de atención. Sonrío.

-En primer lugar, el presidente al que amais no es más que un estafador que ha matado a más personas que yo. ¿Por qué atentar contra él y perder la oportunidad de acabarle? Porque eso no es ético. Lo justo sería que sintiera temor. Que sintiera el temor de estar en constante peligro. Sé que me está viendo, presidente. Y haría bien en temerme, aun no he acabado con usted.

Se alzan los murmullos de los espectadores. Tampoco logro saber por qué hay personas mirando como es condenada una persona.

-¡Silencio! Señor Ruiz, continue.

-¿Por qué matar humanos? Porque al contrario de lo que piensas esos estúpidos científicos, la raza humana no es la más inteligente. Es la más estúpida y despiadada del planeta entero. Y la pregunta sería: ¿Y por qué no liberarnos de esta plaga? ¿Acaso no hay superpoblación? Es buen método. Al menos para mí.

-¡Eso no es ético!

-¡No deberías haber matado a inocentes!

-¡Asesino psicópata!

Esas son las acusaciones a las que estoy acostumbrado. Pero no creas que me importa.

-Interesante su opinión, señor Ruiz, pero eso no le salvará de la justicia.

-¿Justicia? No hay tal cosa como justicia en el mundo.

-Suficiente. Aitor Ruiz, estás condenado a cadena perpétua en prisión. Con los lujos mínimos y sin visitas de nadie.

-Gracias -es mi respuesta final.

A través de los ojos de las víctimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora