Víctima 36

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La mía, por desgracia, fue una muerte lenta. Pues solo me alcanzó una bala.

Había una mujer sentada tranquilamente en una mesa, como si nada la importase.

El asesino nos contempló y susurró "escoria".

A lo lejos oí las sirenas de los coches de la patrulla. Me alegré de pensar de que quizá sobrevivíria.

Pero no lo hice.

A través de los ojos de las víctimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora