Víctima 50

29 8 4
                                    

Hoy es mi cumpleaños número 15.

Hoy mis padres me esperan en el salón con un regalo envuelto en papel azul cielo.

-Feliz cumpleaños, hija.

Me acerco a ellos y les planto un beso a cada uno.

-Gracias.

Abro el paquete con ganas. Tiene forma rectangular. ¿Será un juego de la play? Acabo desenvolviendo y descubro con sorpresa de lo que se trata. Un álbum de fotos.

Les miro con curiosidad.

-¿Por qué me regalais unas fotografías?

-La historia de tu madre y de mí está dentro -explica mi padre-. Y no es un álbum. Es un diario ilustrado.

-Ajá. ¿Y no es un álbum un diario ilustrado?

-No, Luz, la mayor parte son palabras escritas. Luego, transcurridos veinte años empiezan a haber fotos.

Cojo el extraño regalo y paso una mano por la cubierta de cuero marrón. Empiezo a hojear.

Me gustaría leer la historia de mis padres... pero sin estar ellos presentes, así que subo a mi habitación y me tiro a la cama desordenada.

💥

Conocí a tu madre Helen en una situación extraña. (...) La vi salir de la habitación y algo de mi interior me hizo sentir muy extraño (...) La hice matar a su propio hermano. (...) Sus manos manchadas de sangre, sus ojos brillantes, estaba hermosa (...) Me abandonó... no quiso seguir haciendo lo que había sido mi vida entera. (...) Maté a sus hijos. A su hermosa niña pequeña, y al adolescente hormonado con toda una vida sin descubrir (...) Me arrepentí de volver a su vida. (...) Me apresaron y supe que ella volvería. Lo supe porque nos amábamos a pesar de lo que Helen dijera. (...) No me apena haber aterrado al presidente. Conseguí hacerle llegar una nota diciendo quien era y lo que quería (...) Él bajó los impuestos. (...) Tu madre me dio las esperanzas de que escapar de prisión no era imposible. (...) Gracias a él salí de mi celda y, burlando cada seguridad de mierda me fugué. Pero no te diré nada por si me vuelven a encarcelar y tengo que volver a huir. (...) Tuvimos una noche apasionada y a la mañana siguiente la pedí matrimonio. La propuse escapar del país. Nadie me reconocería en otro lugar. (...) Pronto las autoridades me olvidaron y tu madre y yo nos casamos. (...) Una semana más tarde consiguió trabajo en un psiquiátrico; creo que sabe como tratar a los locos porque está casada con uno. (...) Dos años más tarde tú viniste a nuestras vidas para cambiarme... en una pequeña parte. Nunca volveré a asesinar a inocentes y a no-tan-inocentes; pero mi carácter no cambiará. (...) Y ahora cumples quince años. Estoy tan orgulloso de ti. Te quiero, Luz. Aitor.

💥

Le vi por primera vez nítidamente cuando salí de la habitación oscura. (...) Por su culpa maté a mi hermano. Él fue mi primera víctima. (...) Aterrábamos a todas las autoridades, intentábamos incomodar lo suficiente al presidente que hace años que dimitió. (...) He matado a muchas personas, Luz. A demasiadas. (...) Le cogieron preso. (...) Pasé meses preocupada ¿por qué no se escapaba? (...) Supe que todo estaba planeado para él. (...) Me obligó a abandonarle. (...) Pasé un año esperándole. (...) Supe de su juicio y de su sentencia y no hice nada para ayudarle... de nuevo. (...) Una noche sin estrellas y de insomnio él apareció colándose por la ventana de mi habitación (...), le besé con nostalgia. No te contaré nada más de esa noche. No quiero corromper tu mente inocente. (...) Nos fugamos del país a este donde estamos, donde nadie nos conoce, donde somos libres. (...) Nos casamos y encontré trabajo en el psiquiátrico. Creo que Aitor ha escrito algo sobre esto. (...) Una noche no me tomé las pastillas a propósito y nueve meses más tarde te abracé por primera vez. (...) Y ahora, con la edad que leas esto, quiero que sepas que estamos muy orgullosos de ti, aunque tu padre no lo muestre te quiere mucho. Como ha dicho en sueños o cuando creía que no le veía u oía: "Sois mis tesoros. Mi bien más preciado." (...) Tu padre es algo raro, ya lo sabes, pero no le culpes, aprenderás a amarle tal como es. Como lo he hecho yo.
Te quiero, Luz mía. Tu madre Helen.

💥

Ese día lo pasamos paseando por el parque del pueblo. Tomamos helados y fuimos a la pizzería. No podía evitar ver las miradas que ambos adultos se lanzaban.

Hicimos cosas familiares que a nadie más que a mí le importan.

Eso sí, por la noche casi vomito arcoiris por las cursiladas que se dijeron... pero luego la cosa se puso rara. Oía cómo contaban la gente a la que habían matado. Jugaban a adivinar sus vidas.

Fue muy extraño pero estaba feliz. Sabía que mamá estaba embarazada. Y espero que sea un hermano, me gustaría ponerle el nombre a mí.

A través de los ojos de las víctimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora