Víctima 20

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Amaba mi trabajo.

Me encantaba quedarme de pie.

Adoraba mirar a la gente pasar.

Estaba completamente enamorado de mi trabajo.

Y lo digo con mucha ironía.

Aunque apenas se note.

Era un guardia de seguridad.

Contratado explícitamente para proteger al presidente.

Estaba de pie en la puerta de su habitación.

Me acompañaba un chaval compañero mío.

Me caía bien.

Llevaba dos horas contemplando la misma manchita en la pared opuesta.

El chaval no paraba de hablar.

Soy un hombre de pocas palabras.

Lo aclaro solo por si no se notaba.

Tampoco soy un hombre muy sociable.

No tengo muchos amigos.

Por no decir que no tengo (perdón, tenía) muchos amigos.

Por desgracia nunca llevamos chaleco anti-balas.

Corrijo de nuevo: llevábamos.

Una mujer apareció corriendo por el pasillo y se acercó a nosotros.

Llevé una mano a mi pistola.

¿Qué? Nunca se sabe.

-¡Seguridad! ¡Un hombre está intentando matarme! -gritó desesperada.

-¿Seguro? -dije con cautela. No me parecía que hubiera nadie por los alrededores.

-Sí. He subido por las escaleras... Él ha cogido el ascensor. ¡Pero estaba lleno de gente, por suerte!

-No se preocupe, señorita -la tranquilizó el chaval.

No me dio tiempo a reaccionar.

Estaba mirando el pasillo, alerta.

Recibí un puñetazo en la tripa y luego un disparo en mi estómago.

A través de los ojos de las víctimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora