Víctima 41

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Mi dueña me tendió una tira de chaqueta. Memoricé el olor y, después de liberarme de la correa,  salí corriendo guiada por el olor a pólvora, sudor, coraje y amor.

Sí, una extraña combinación para un asesino en serie.

Recorrí los pasillos seguida de algunos agentes armados hasta los dientes.

El rastro se hizo más fuerte. Se mezcló con olor a cerrado, humanidad y sangre. Pero como buena rastreadora que soy, no me dejé confundir y continué en pos del asesino.

Ladré una vez avistado el objetivo.

La bala de su pistola fue el punto final de mi historia como perro.

A través de los ojos de las víctimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora