Víctima 39

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-Soldado 38, debería estar vigilando la celda del peligroso asesino -le regañé.

-Oh, cierto. Disculpe si le duele.

Me dio un rodillazó tan potente que me salió sangre por la boca. Luego me dio otro en la cara que hizo que mi nariz se partiera.

Y, por si no hubiera sudo suficiente, me lanzó, como si de un desecho me tratara, contra la esquina de la pared, ganándome otro doloroso dolor.

El suelo estaba cubierto de sangre, pero a él no parecía importarle.

Con gran esfuerzo llevé la mano a mi cinturón en busca de la radio. Pero había un hueco vacío.

El muy cabrón me la había robado.

A través de los ojos de las víctimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora