Víctima 40

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Miraba cámara por cámara en busca del dichoso hijo del diablo.

Será escurridizo el tipo.

Me detuve en una pantalla que ofrecía la imagen de uno de mis hombres en medio del pasillo con un charquillo de sangre bajo su cuerpo ya inerte.

Quién sabe si ya habrá salido de aquí el ninja de los cojones.

Y entonces hice la mayor estupidez de mi vida. Salí de la sala de vigilancia y recorrí los pasillos en sentido contrario a cómo iría el hombre.

Y, literalmente, me lo topé mientras giraba una esquina.

Ni me dio tiempo a reaccionar: su cuerpo se movió rápido, arrancándome la vida de mi cuerpo.

A través de los ojos de las víctimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora