Víctima 14

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Desperté en una habitación oscura. Al contrario de todas las novelas de acción y secuestros que leía, no estaba atada a una silla o cama.

La puerta se abrió, permitiendo a un halo de luz iluminar la entrada a la habitación.

Estaba bien decorada. No era muy grande, a si que supuse que sería un hotel.

Un hombre yacía al lado de mí en la cama. Pero no pude verle la cara, las sombras lo tapaban.

La persona que entró en la habitación me tomó de la muñeca y me tiró al sofá, donde me incorporé como pude.

Pude ver cómo era: un hombre de no más de treinta años, castaño y con ojos del mismo color, alto y musculoso. Sus rasgos eran perfectos, con los que cualquier chica soñaría. Pero a pesar de todo me infundió miedo verle.

-Eres valiente.

-No diré nada.

-No hace falta. Ni yo sé por qué os he traido. Supongo que me falta compañía -divagó.

¿Compañía? No sabía a qué se refería.

Me dió un plato con un sandwich y un vaso de agua y se sentó en el sillón de enfrente.

-¿Gritarás?

No supe qué contestar.

-Helen, necesito saber si gritarás. Me gustaría haceros al otro y a ti mis aprendices.

-¿Eres un terrorista? -pregunté temblorosa.

Recuerdo sus palabras como si me las hubiera grabado con fuego:

-No, Helen. Ni Negra ni yo somos terroristas.   Actuamos por nuestra cuenta y para beneficios nuestros, sin luchar por nadie salvo por nosotros. Por desgracia Negra no está. Falló la misión. Explotó la bomba.

Luego susurró algo parecido a una maldición.

Terminé el plato y lo dejé en una mesilla de cristal. Me dediqué a mirarle. ¿Qué otra cosa podía hacer?

De nada serviría gritar y pedir ayuda, seguro que él me mataría en cuanto dijera la primera palabra.

Además, socorro, ayuda... no son palabras que me gustasen decir. Soy una mujer fuerte.

-¿Por qué mataste a...?

-¿Ese hombre que te miraba con ojos de cordero enamorado? -hizo una mueca-. No valía la pena. Estaba gordo, inundado por sentimientos demasiado fuertes, y su trabajo no me sirve. Tú, en cambio, eres hacker, una no profesional, cierto, pero seguro que con el entrenamiento sificiente llegarás a ser poderosa. El otro, en cambio, el que parece ser tu hermano, había oído la voz de mi compañera, y no queremos dejar rastro.

-¿Nos matarás?

-Yo no os mataré, ni torturaré, ni mutilaré, ni os haré algun tipo de lesión o daño grave. A menos que me traicionéis. Quienes os lo harán serán las misiones si no tenéis cuidado.

-¿Hermana?

Me giré y me encontré con mi hermano en la puerta con la camisa manchada de sangre.

A través de los ojos de las víctimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora