Víctima 37

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En cuanto divisé un momento para huir, salí corriendo y atravesé las calles en dirección a comisaría.

Al ver que iba apresurado, los agentes me escucharon y pronto se hicieron a las armas.

Me encontré, de pronto, en el programa de protección de testigos.

Recuerdo la cara del hombre como si hubiera crecido junto a él. Quizá por eso me protegían, no solo porque fuera una persona como ellos.

Salí del edificio y me dirigí a la papelería.

Tenía suerte, se me daba muy bien retratar rostros.

Compré una libreta y un lápiz y me senté en un banco del parque a dibujar el rostro del asesino. ¿Quien sabe?, lo mismo se me olvida.

Cuando acabé, me dirigí a mi casa. Me paré en una tienda de electrodomésticos en la que salían las noticias. Aparecía una noticia que hablaba de la captura del asesino.

Me alegré mucho, la verdad.

Sin embargo, el karma me la jugó.

Iba cruzando un paso de cebra y ya te imaginas lo que pasó.

Un coche pasó a toda velocidad por encima de mis huesos humanos.

A través de los ojos de las víctimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora