— ¿¡Qué carajo estás haciendo, Katherine!?— su grito me despierta con un sobresalto, haciendo que mi cabeza se golpee contra algo duro—. ¿Estás loca?
No respondo. Tal vez sí me esté volviendo loca.
Luego de sus palabras siento una liberación por todo mi brazo derecho y miro a todos lados confundida. Mi brazo duele con la mierda, sin embargo no suelto ni el más mínimo quejido.
— ¿Quién diablos te ha hecho esto?— Bren comienza a desatar las sogas que atan mis pies y manos—. Voy a matarlo— su voz suena más enojada de lo que alguna vez pude haber imaginado.
Nadie me ha hecho nada, fui yo sola.
Las lágrimas invaden mis ojos sin poder evitarlo. Odio estar en esta situación y lo único que quiero es volver a ser feliz como lo era antes. Quiero estar en los brazos de Blake, sentir cómo me abraza y me mira como si fuera única en esta vida, no quiero tener que evitar su mirada con miedo a moverme pensando que si muevo siquiera un dedo, su cuerpo va a explotar en miles de pedazos. Quiero tener estúpidas peleas con mi hermano sobre quién se comió los chocolates que habían en la mesada, no estar a punto de haberle clavado un cuchillo llevándolo a la muerte como una ofrenda de paz. Quiero seguir opinando con Lexy sobre lo estúpidos que son los hombres y comer tres kilos de helado en mi sillón mientras vemos películas llorando hasta la madrugada, y odio ya ni siquiera poder ver sus ojos.
Desgraciadamente, es posible que haga explotar a Blake con sólo un chasquido de mis dedos, que mis manos se llenen de sangre de mi propio hermano, la misma que llevo yo en mis venas. Es imposible que vuelva a ver los ojos claros de mi amiga y que me regale una sonrisa para alegrarme aunque ella esté peor que yo.
Me duele saber que nunca más voy a verla ni tener un abrazo tan reconfortante suyo; saber que pudimos haber hecho millones de cosas más juntas y aprovechar el tiempo que nos quedaba. Pero nunca me iba a imaginar que ella iba a morir.
Me muerdo los labios con fuerza para que no se me escapen las lágrimas, no puedo llorar delante de él.
— ¿Qué te ha pasado, Katy?— murmura con rastro de tristeza en su voz y en su mirada.
No puedo responder, solamente aparto la mirada para que no vea la evidente desesperación y desolación en ella. Bren pone una mano en mi mejilla y dirige mi mirada hacia él. En el instante en el que mis ojos se chocan con los suyos, termino por romperme en mil pedazos y me desvanezco entre sus brazos. Lloro todo lo que me guardé últimamente y dejo ir todas mis penas. Él me aprieta contra sí con una mano en mi espalda y la otra en mi cabeza. Yo sólo me libero y mojo su camiseta con mis lágrimas.
— Koala... Me hace mal verte así— su voz estrangulada me hace partir aún más de lo que pudiera haber hecho y me pongo aún peor cuando siento que algo moja mi cabeza. Sus lágrimas.
— No...— sollozo—. No llores... Por favor.
Seguimos así por un tiempo más hasta que mis lágrimas cesan y se separa de mí.
— ¿Vas a contarme qué ha pasado?— sus ojos levemente rojos e hinchados me examinan.
Quisiera decirle todo, pedirle que me ayude y me salve. Pero no, no puedo ponerlo en peligro de esta forma. Estoy sola en esto.
— Yo sólo... estoy asustada por todo lo que ha pasado— me excuso.
— Eso no explica por qué te han hecho eso— señala mi brazo y lo miro. Mi mano está muy fría y pálida por la nula circulación de sangre durante tantas horas y duele mucho. Intento no darle importancia, no quiero preocuparlo más de lo que está.
— No sé que pasó... Me quedé dormida y luego desperté así— miento.
Estoy tan cansada de mentir...
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Persiguiendo la Verdad
WerewolfÉl es un chico recóndito. Ella, una chica normal. Él sabe que la verdad siempre se descubre. Ella, que el destino es inevitable. Él oculta secretos. Ella, persigue la verdad. Nunca se sabe lo que se trae en manos el destino, a veces te sorprende...