— ¡Katy! ¡Llevo horas buscándote!— me grita mi hermano perdiendo la compostura—. No atiendes el teléfono y tus amigos me han dicho que no estabas con ellos. Hasta llame al chico ese con el que te juntas y no sabía nada de ti. ¿Dónde te habías metido?
Agacho la cabeza en un gesto avergonzado.
— Lo siento— murmuro—. Yo... fui a visitar a Lexy...— la voz se me rompe a la última palabra haciendo que los ojos de mi hermano se aflojen y se acerque con los brazos abiertos y preparados para recibirme desde la silla de ruedas.
¡No lo hagas!
Grito desde dentro sabiendo que él no puede escucharme. La sensación de impotencia que siento es desgarradora, no puedo controlar lo que hago. Sé que no soy yo, hay alguien más dentro de mi cuerpo y es más fuerte que yo, tiene el control de todo menos de mi alma.
Ryan también sufrió mucho con la muerte de mi mejor amiga. Ese amor que nunca le confesó se convirtió en tristeza que lo ahogó poco a poco.
Mis brazos -que ya los siento lejanos, como si fueran los de alguien mas- terminan por rodear la cintura de Ryan y sentarse sobre las piernas que él no siente. Y yo tampoco. Casi puedo ver cómo el intruso de mi cuerpo sonríe con malicia mientras saca la daga con el círculo partido en cuatro en el mango.
¡No! ¡No! ¡Para, por favor!
Nadie hace caso a mis gritos silenciosos y desesperados. Hago fuerza con todo lo que queda de mi para... hacer algo, lo que sea, y poder impedir esto.
No podría vivir ni un día conmigo misma sabiendo que mis manos están manchadas con la sangre de mi propio hermano, el que siempre me protegió. A pesar de que sepa que yo no lo habría matado, no lo soportaría sabiendo que pude hacer algo para evitarlo.
Intento patalear, gritar y sacudirme con desesperación, esperando que mi cuerpo reaccione y se de cuenta que las órdenes que recibe no son de su alma, son las de un intruso. Un pequeño cabezazo y un leve temblor es lo único que logro de mi parte, pero me emociono tanto que por poco no grito. Yo puedo, yo puedo. Finalmente, controlo mi cabeza para que esta golpee fuertemente la de Ryan, pero sin hacerle daño. El cuchillo estuvo a pocos sentimetros de traerme el sufrimiento más doloroso de mi vida.
Suspiro.
—¿Qué te pasa?— pregunta él sobándose la cabeza.
Decido aprovechar el poco tiempo que tiempo para advertirle que se aleje de mi, pero no llego ni a abrir la boca cuando el impostor de mi cuerpo retoma el control.
Carajo.
«Oh, no, no te librarás de esta...», la voz llega a mi cabeza y me habla directamente a mi.
Y sé que esto fue lo peor y lo mejor que pude haber hecho.
Me separo un poco de mi hermano manteniendo con cuidado la mano herida detrás de mí.
— No es nada, solo tuve un escalofrío. Ya sabes cómo salto con ellos— mi voz se escucha lejana.
— ¿Qué te pasó? Estas toda sucia— señala mi cuerpo lleno de tierra.
— Me caí viniendo para aquí. Qué buena suerte es la que tengo, eh.
Él asiente.
— Ve a lavarte, ¿si?
Me levanto de encima de él con la daga ya guardada en mi bolsillo cuidadosamente. Subo a mi habitación pero no tomo una ducha, sino que salto por la ventana, raspándome un poco la rodilla con la caída desde el primer piso.
ESTÁS LEYENDO
Persiguiendo la Verdad
Hombres LoboÉl es un chico recóndito. Ella, una chica normal. Él sabe que la verdad siempre se descubre. Ella, que el destino es inevitable. Él oculta secretos. Ella, persigue la verdad. Nunca se sabe lo que se trae en manos el destino, a veces te sorprende...