Capítulo 52| Juntos

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No fue fácil convencer a Blake, él se negaba y me decía que era muy peligroso salir y que no iba a morir si no me encontraba con Taly. Lo que no sabía era que sí era necesario nuestro encuentro. No sólo por el hecho de que necesito una amiga y siento mucho la ausencia de Lexy en mi pecho, sino que ella dijo que tenía noticias de Mason.

Me costaron media hora y muchos besos hasta que Blake aceptó dejarme ir.

Obviamente, no me salvé de sus múltiples advertencias. Tampoco pude escapar de sus zapatillas caminando detrás mío ni de su gran sombrero que, en vez de esconder su identidad, llama la atención de todas las personas que hay por la calle.

¿Es broma? De verdad que es un muy mal espía.   

Mientras él piensa que no tengo idea de que me está siguiendo, sigo caminando por acera de la calle principal. Poco a poco, el sol se está yendo, aunque falta aún para que anochezca.

De un momento a otro, detengo mi caminata haciendo que su pecho choque contra mi espalda. Me volteo, dando así con sus ojos oscuros y su sonrisa avergonzada.

— ¿De verdad creíste que no te había notado?— le pregunto.

— No... Yo...— se rasca la nuca y mira hacia otro lado—. Yo quería ver si... estabas... atenta— dice al fin y sonríe cuando se le ocurre la idea—. Sí, eso. Si estabas atenta.

Levanto una ceja en su dirección. Espero que en un futuro no se dedique a ser agente secreto porque terminará viviendo bajo un puente y bañándose en el río.

— Bien, ahora que ya sabes que estaba atenta, puedes irte.

Él se da cuenta de su mala actuación y cambia de táctica. Se acerca a mi y pone sus manos en mi cintura, subiéndolas y bajándolas lentamente. Casi me estremezco como una gato ante sus caricias; soy capaz de ronronear y todo. Blake sonríe de lado y roza su nariz en mi cuello.

— Al fin admites que eres una Gatita...— me dice al oído.

— Ya deja de leerme la mente— reclamo intentando alejarlo. Me aprieta contra él, sin permitirme escapar de sus cálidos brazos ni aunque quisiera hacerlo de verdad—. Déjame ir... Se me hace tarde y voy a dejar plantada a mi amiga.

— Ella puede esperar— se acomoda contra mí, sin la intención de moverse de donde está.

— La gente nos está mirando— le susurro avergonzada.

No es como si un loco con sombrero de vaquero y acuando como super espía encubierto sea algo que se ve todos los días en la calle.

— Pues que traigan palomitas y disfruten del show. Seguro les va a encantar la parte en la que tenemos se...— abro mis ojos y le tapo la boca con mi mano antes de que termine la palabra. Mis mejillas arden y deben de estar totalmente rojas.

— Cállate.

— Cállame.

— Eres tan cliché...

— Y tú eres tan bonita...

Lo aparto de un empujón de mí. Al estar relajado, había dejado de retenerme en sus brazos y no me fue difícil apartarlo.

— Deja de distraerme, se me hace tarde.

Le doy la espalda y comienzo a caminar por la calle principal, yendo hacia la esquina de esta para poder cruzar la avenida. Una vez que el semáforo está en rojo y los autos se han detenido, me decido por cruzar. Cuando ya estoy a medio cruzar es cuando veo al primer auto de la fila y me paro en seco. El conductor me sonríe con burla y, guiñándome un ojo, hace rugir el motor. Avanza repentinamente y lo veo acercarse a mí muy rápido. Mi vida pasa frente a mis ojos y casi muero del miedo, pero unos brazos me toman fuertemente por los hombros y me tiran hacia atrás.

Persiguiendo la VerdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora