Capítulo 5O| El lobo

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Salgo detrás de Blake y cierro la puerta con cuidado de no hacer mucho ruido en el proceso. Le debo a Bill al menos un rato de descanso por su esfuerzo.

En el momento en que la mano de Blake sostiene la mía, millones de mariposas salvajes y para nada inofensivas comienzan un ataque con mi estómago. Pero es con ese gesto que recuerdo lo que pasó. Había olvidado lo ocurrido ya hace algunos días. ¿Cómo pude olvidar algo tan importante y actuar como si nada? Es como si mi mente quisiera ignorar ese hecho, borrarlo de mi memoria y volver a lo que teníamos antes. Pero no debe ser así. No debo hacer como si nada hubiera pasado ni como si la infidelidad de Blake fuera algo sin valor. No es nada sano para mi ni para él. 

Aunque me cuesta tanto como cuando debo levantarme a las mañanas para ir al instituto después de haberme dormido tarde, separo mi mano de la suya. Mi mirada cae en el suelo y obligo a mis pies a moverse con agilidad hacia las escaleras. Si bien lo intento, no logro dar ni dos pasos antes de sentir unos dedos rodeando mi muñeca. 

¿Cuántas veces estuvimos en esta misma situación? ¿Cuántas veces aferró mi brazo para no dejarme ir después de haber metido la pata? ¿Cuántas veces funcionó un simple perdón para solucionar los problemas? ¿Cuántas veces me lastimó ya?

Niego con la cabeza sin mirarlo y tiro de mi brazo para soltarme. No. Esta vez no funcionarán sus estúpidas excusas ni su palabrería barata para hacerme caer a sus pies como una tonta. No dejaré caer mi orgullo sin tener algo que merezca ese hecho.

Les grito internamente a las lágrimas que quieren salir para que se detengan. ¡Basta de llorar! Parezco una niña que llora a cada segundo del día. Me siento vulnerable y débil al hacerlo y no soporto sentirme así. ¿Cómo podré derrotar a Mason si ni siquiera puedo derrotar una simple gota de agua que quiere salir de mi propio ojo?

Una vez libre mi mano, camino más rápido y bajo las escaleras. Casi sonrío de orgullo hacia mí misma por dejarle claro, sin siquiera pronunciar una palabra, que no volveré a caer a sus pies. 

En la sala me encuentro con el cuerpo de mi pobre hermano dormido en el sillón y la silla de ruedas junto a él. Ryan tiene una sonrisa en su rostro y sé que Bren está controlando sus sueños. Le sonrío agradecida y me siento en el espacio que quedó libre del sillón. 

Acaricio su cabello, recordando cuando jugábamos a las escondidas en el parque y nos ocultábamos detrás de un árbol juntos. Me acuerdo cuando él me abrazaba y apretaba a él para que no nos vieran y cómo su manita sostenía mi cabeza en su pecho, como si estuviéramos en una cuestión de vida o muerte y me quisiera salvar del enemigo. 

Extraño los tiempos en los que los problemas reales no existían y creíamos que cosas tan insignificantes como que nos descubran en las escondidas fueran nuestro gran problema. 

Sonrío ante el recuerdo y agradezco tener un hermano tan bueno y protector como él.

Bren, apoyado contra la pared se queda en silencio y nuestros ojos chocan entre la distancia. Me mira tan intensamente que me remuevo incómoda en mi asiento. Sólo corta la mirada cuando aparece Blake en la sala con la cabeza gacha y el cabello cayendo sobre sus ojos. Cuando lo veo tan abatido me dan ganas de correr hacia él y besarlo como si no hubiera un mañana; pero no puedo hacer eso. 

Después de unos segundos caigo en cuenta de que Bill y Ryan duermen y estamos los tres solos. Comienzo a incomodarme un poco más y me levanto del sillón para ir a la cocina. Abro la heladera y tomo la jarra de agua que tanto necesito para calmar las molestias de mi garganta. Al cerrar la puerta del frigorífico, me sobresalto cuando una figura aparece frente a mí. Un poco de agua cae sobre mis manos y se me acelera el corazón del susto. Me acorrala contra el frío metal y se acerca mucho a mi, tomando la jarra de mis manos y dejádola en la encimera a un lado.

Persiguiendo la VerdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora