Capítulo 48| Debilidades

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Katy's pov

¿Y ahora quién recogerá cada afilado pedazo de mi roto corazón? ¿Quién unirá cada fragmento de él? ¿Quién sanará la herida y aliviará el dolor que esta produce? 

Otra vez, me encuentro contándole mis penas a mi almohada, que tan bien me escucha siempre. 

Esta vez no fue mi miedo por Mason, ni mi tristeza por mi mejor amiga, ni tampoco mi furia por Sherley -bueno, no en su totalidad-. Esta vez, fue por la persona a la que creí que amaba; por Blake, por mi Imbécil. Por las sonrisas que ese chico me regalaba, por los abrazos que me daba, por los besos que me robaba. Por todo lo bueno que tuvimos juntos y ya no tendremos. En realidad "el hombre que amaba" no es el término adecuado para nombrarlo. Eso es en pasado, y yo sigo queriéndolo todavía. Aún lo necesito junto a mí. Lo odio por no poder dejar de amarlo. Aunque en realidad tampoco puedo odiarlo. Es un sentimiento muy fuerte y no se puede formar de un día para el otro. Creo que lo que siento simplemente es... decepción. 

Me aflige saber que la persona de la que menos lo esperaba me ha fallado. Que esos labios que creí míos, en realidad nunca lo fueron. Me ilusioné muy rápido, solté el volante creyendo que se iba a manejar mágicamente por sí solo y me estrellé de lleno contra el muro. No pude frenar a tiempo.

La imagen de Sherley cubierta solo por esa sábana me atormentan cada vez que cierro los ojos para pestañear. Pero lo que me desgarra un poquito más el corazón es el recuerdo de sus brazos alrededor suyo. 

Me rompiste el corazón y los pedazos aún te aman.

¿Y ahora cómo recuperar la confianza en alguien que te traicionó por la espalda? Definitivamente, me parece un hecho muy lejano.

Me pongo en posición fetal, envuelta como un gusano por las mantas afelpadas. Mi hermano aparece en mi puerta sobre su silla de ruedas. Durante estos últimos días, habíamos instalado una rampa junto a las escaleras, con el fin de que Ryan pueda subir a su habitación. El hecho de verlo así, esclavo de una silla de ruedas, me hace sentir aún peor. 

Tal vez todo esto no hubiera pasado si yo no existiera.

Una lágrima cae por mi mejilla y la quito con brusquedad. Estoy harta de llorar. Me hace sentir débil y vulnerable; como si la persona que estuviera frente a mí pueda ver dentro de mi alma a través de las lágrimas. 

Ryan se acerca empujando de las ruedas de su silla y se posiciona frente a mi cara. Cierro los ojos.

— Lo siento— le digo de repente.

— ¿Por qué, hermanita?— pregunta él acomodando el cabello que estaba cubriendo parte de mi rostro.

— Por todo. Por eso— dije señalando su silla—, por el accidente, por no valorarte como debo, por no gritar por todos lados lo genial que eres y por no decirte siempre que pueda que te amo.

Él sonrió dulcemente y me acarició el pelo.

— No te presiones, Katy, yo sé que me amas y con que estés a mi lado me basta más que cualquier palabrería barata que dice la gente hoy en día. Además, sabes que lo que me pasó fue un accidente, no fue tu culpa.

— No estoy del todo segura con eso...— susurro yo, hablando para mí misma.

— ¿A qué te refieres?— creí que no había oído.

Suspiré y me froté el rostro con cansancio.

— Nada... No te preocupes.

Ryan se acercó un poco más a mi cama.

Persiguiendo la VerdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora