IV

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No llevaba nada de tiempo ver el apartamento de Scamander, si es que se trataba de su verdadero apartamento. Solo había una cama,una cómoda y el baño más pequeño que había visto en mi vida. Bien,quizás era un lugar promedio, pero no podría saberlo al venir de una familia medianamente acomodada y que me dejó una buena herencia que en realidad no utilizaba en su máximo. Me quedo en el marco de la puerta, pensativa, estaba en Londres y gratis, definitivamente hay días extraños.

En la cama estaba él,con su extraña maleta en su regazo y sus manos analizando el mismo objeto. Estaba dudoso sobre algo, o al menos eso leí en su cara en cuando le miré. ¿Porqué estaba dudoso?,¿Sobre qué?.

—¿Qué tiene ahí dentro, señor?—Por fin pude preguntar algo coherente desde que estoy cerca de su persona.

Fuera estaba empezando a oscurecer por lo que puedo ver por la pequeña ventana del lugar, el cambio de horario fue radical, así que no estoy cansada, solo estoy ansiosa y nerviosa por todo esto, seguía frotando las puntas de mis dedos unas con otras sin parar aunque el hormigueo ya está presente en ellas.

Él lucía incómodo por mi pregunta, quizás hasta nervioso también.Luego hizo una mueca,reconsiderándolo y me miró, parecía dispuesto a contestar sinceramente y eso detuvo el movimiento de mis dedos para que todos mis sentidos se centraran en él.

—Cierre la puerta, por favor

Abrí mucho los ojos y levanté mis cejas ante su petición,estaba mal ,para empezar, que estuviera sola en un cuarto con un desconocido y ahora iba a cerrar la puerta. Bien. Se lo paso por ser mágico, creo.

Había razones para confiar en él,¿Cierto?. Hasta ahora no me había hecho nada malo y aunque no pareciera ser la persona más común del planeta, él había ayudado a mi ciudad.

Cerré y me acerqué a su lado con precaución en la distancia que dejé entre los dos, mis manos sobre mi vientre y mis ojos fijos sobre la piel del maletín, cada línea y cada costura se estaban grabando en mi memoria como si supiera de antemano que esto era importante.

—Esto es mi vida, Señorira Montecraw—una sonrisa ladina que no pude notar se instaló en su rostro mientras, tan nervioso como parecía estar la mayor parte del tiempo, sus manos viajaban a los broches de "su vida".

Vaya, pero que triste eso de tener tu vida en una maleta, por eso la debe cuidar tan bien. De pronto todo eso cruza por mi cabeza, imágenes de papeleo viejo y alguna bufanda, una historia trágica detrás del hombre, perdona, el mago que conocí.

La puso rápidamente en el suelo y la abrió,una escalera pude divisar en ese momento, volteó a verme de reojo antes de comenzar a bajar por esa escalera. ¡Todo él estaba entrando en esa maleta sin dificultad alguna!, eleva su cabeza y me mira a los ojos un segundo antes de sonreír de lado con un extraño brillo en sus pupilas.

—Wow...—Me asomé y pude ver que ahí adentro había, efectivamente, un cuarto completo.

Bien. Es magia, no debe ser malo.

Run,Muggle,Run!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora