XXXV

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Me apresuré a correr siguiendo el grito de Noa. Simplemente sabía que se trataba de ella por puro instinto. A pesar de haber muchos más gritos alrededor del lugar, me concentré en el suyo.

Estaba dispuesta a enfrentarme a lo que me encontrara.

Newton Scamander

Mientras trataba de calmar al Erumpent poniendo mi mano en su cabeza con suavidad, noto que debo apresurarme, los gritos del lado contrario del lugar aumentan y no va a ayudar a que mi amigo se tranquilice del todo.

Me inclino para poner la maleta en el suelo y lentamente dejar que entre a su hábitat.

La gente parece amontonarse hacia donde estoy ahora mismo mientras cierro la maleta con sumo cuidado. No había salido otro de mis animales, ¿Qué es lo que estaba pasando esta vez?.

Estaba tan nervioso que puedo sentir el sudor frío en mi frente comenzar a acumularse. Tomo la maleta con fuerza  mientras camino rápidamente hacia el lugar a donde Ginebra había corrido despavorida, todo mientras hacía un recuento de las criaturas que podrían estar causando esto, estaba confundido, incluso estaba planteándome el hecho de que no fuera alguna criatura. ¿Podría tratarse de algún criminal atacando el Ministerio?.

Veo los zapatos color palo de rosa y aquel borde del vestido rosa pálido asomarse por debajo del abrigo negro.Ginebra, con su cabello casi rojizo  llegándole a los hombros, observa con la cabeza inclinada hacia atrás, a un enorme basilisco de colores tan oscuros que parecen casi negros.

¿Un basilisco?.

¿De dónde ...

De mi maleta,claro. No, yo no tenía un basilisco en mi maleta con el resto de mis criaturas, sería demasiado peligroso; en este caso, ese era el basilisco que le habíamos quitado a Noa en Hogwarts.

Estaba en una maleta, maleta que Noa y Ginebra me confiaron por mis conocimientos en criaturas de este tipo. Y,claro, me pareció de lo más correcto guardar ese maletín en un sitio tan seguro como para viajar con el. ¿Qué sitio era ese? Mi maleta.

Había metido la maleta dentro de mi maleta.

Y entonces, cuando Gine se acercó y...cuando pasó lo qué pasó, me olvidé por completo de que, quizás, solo quizás, aquel otro maletín salió volando del mío gracias al Erumpent que empujó todo lo que tuvo en su camino para salir.

Trago saliva y me apresuro a jalar del brazo a Gine, de esa forma la alejaba un poco de aquella criatura que podría hacerle daño al ella ser ignorante de sus cualidades.

Ginebra no me miraba, miraba más bien a Noa, que parecía estar junto a mi hermano atrás del basilisco. Este último nos retaba con sus ojos desafiantes mientras su cuerpo se movía con la cadencia que las serpientes podían.

—Ginebra...

—Tengo que hablar con él

Run,Muggle,Run!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora