9

10.3K 527 254
                                    

Palpo el lado de la cama y no siento a nadie, lentamente abro mis ojos, me estiro y me siento en la cama, una sábana se desliza a través de todo mi torso aún desnudo y ésta cae en mi cintura, haciendo un semicírculo alrededor de ésta. Sonrío al saber perfectamente que es un detalle de Nathan, sin embargo, mi sonrisa desaparece al saber que se fue sin al menos despedirse de mí y por una extraña razón odio que lo haya hecho.

A regañadientes, le ordeno a cada una de mis piernas que salgan de la cama, éstas me hacen caso. Me siento en el borde de la cama y no hay rastros de que alguna vez él haya estado aquí, a excepción del sombrero que él me dio.

Tomo mi celular para ver si dejo algún mensaje, pero no lo hizo. No son más de las seis de la mañana por lo que bien podría entrar a hurtadillas a la casa y evitar las preguntas de mi mamá. Me recuesto en la cama para buscar del otro lado mi ropa, pero no está, con la mirada recorro todo el lugar hasta que la veo. Al menos tuvo la amabilidad de dejarla doblada en una silla. Me levanto y camino hasta ella para tomar mi ropa.

Esperé tanto de él que me digo a mi misma que soy una completa tonta.

Ruedo mis ojos a los estúpidos pensamientos que me invaden y exhalo varias veces ante lo molesta que me encuentro. Mi cabello que estaba en una coleta alta ahora está completamente hecho una maraña. Busco en una de las bolsas de mis jeans alguna coleta, por suerte, siempre llevo una. Gracias al cielo, mi cabello está en sus días de docilidad así que se me hace fácil pasar mis dedos entre él para desenredarlo, en momentos como este es que en serio me dan ganas de cortarlo, el largo que llevo es el que siempre quise, hasta la mitad de mi espalda. Termino de arreglar mi cabello y sé que no es por lo largo que lo llevo que estoy molesta. Mi molestia tiene nombre y apellido.

Esto es lo que pasa cuando piensas que un chico puede ser distinto, es por eso que mis muros no son tan fáciles de derribar, en cambio con él, ni siquiera recordé tener alguno.

Miro hacia la puerta y me resigno a que él ya se ha ido, empiezo a caminar hacia la salida cuando la puerta se abre lentamente. Me quedo paralizada al verlo con una bandeja llena de platos de comida y un pequeño jarrón con flores.

¡Me trajo el desayuno!

Él está sonriendo, pero al ver mi reacción frunce su ceño.

─ ¿Pasa algo? ─pregunta, con una leve sonrisa.

Sí, pasa que soy una completa tonta por pensar mal de ti. Una vez más.

Niego con mi cabeza y él entra, cerrando la puerta tras él, camina hasta la cama y me hace de seña que lo acompañe. Mis pies caminan sin antes de haberle dado la orden. ¡También son traicioneros!

Nathan se quita las botas y se sube a la cama, dándole unos golpecitos para que lo acompañe. Puedo notar que ya se ha dado una ducha, en cambio yo estoy toda desmaquillada y ni siquiera me he lavado los dientes. De ninguna manera me acostaré con él.

─ ¿Qué pasa? ─pregunta, mientras me analiza.

Muerdo mi labio inferior y camino unos pasos más cerca.

─Tú ya estás bañado y yo ni siquiera llevo algo de maquillaje. ¿A qué hora te despiertas? ¿A las cinco? ─digo, tratando de burlarme de él.

─Bueno, estar en el ejército deja sus costumbres y sin duda alguna esta es una de ellas. No seas tonta, ven aquí ─dice volviendo a dar golpecitos a la cama.

Vuelvo a negar con mi cabeza y él suspira rodando sus ojos. Espera... ¿acaba de rodar sus ojos? Inmediatamente me carcajeo. A él le parece graciosa la situación y se levanta de la cama dispuesto a llevarme con él. Trato de resistirme y correr hacia la dirección opuesta, no obstante, él es más rápido que yo y en cuestión de segundos estoy en sus brazos sin poder resistir las risas.

Maravilloso Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora