Enamorarme de Nathan fue tan sencillo, pero a la vez tan complicado para mi corazón. Fue sencillo porque cada noche que nos sentábamos en el balcón de mi casa, bajo la luz de la Luna y con su guitarra, me tocaba canciones de Tim McGraw o de su propia autoría, compuso una canción más inspirándose en mí, pero la primera canción es imposible de superar, él no le había asignado un nombre y ambos decidimos llamarla "Tomados de las manos". Fue difícil porque luchaba constantemente por no enamorarme, porque no soy estúpida, cuando te enamoras, tu corazón ya no late solo por ti, sino que también por esa persona, como si necesitara de él para vivir y si algo detesto, es que mi mundo sea invadido por alguien más, luché por simplemente quererlo, pero a Nathan no es un chico que "simplemente lo quieres", es alguien que se convierte en tu todo, en tu razón de despertar cada mañana y sentirte bendecida porque con su sonrisa y sus hoyuelos llegó a iluminar tu vida, en tu razón de anochecer y no querer que el día acabe porque tienes miedo de despertar y que todo sea un sueño. La vida me enseñó que no debo enamorarme, pero Nathan me enseñó que la vida es para enamorarse.
Ahora, mientras estamos en este restaurante elegante y sé que, en cualquier momento de la noche, Nathan abordará la conversación a la cual tanto he temido, quisiera tener el poder de detener el tiempo para nosotros, quisiera tener el poder de hacer que los siguientes años pasen literalmente en un abrir y cerrar de ojos.
Él me dijo que pasaría por mí para llevarme a cenar a un lugar muy romántico, así que corrí por mi mejor atuendo. Elegí un vestido ajustado de color verde esmeralda que combina perfectamente con sus ojos, pasé algo de tiempo para lucir impresionante, no exactamente por él, sino lo hice para recordarme a mí misma que lo primero que lo cautivó de alguna manera fue, mi físico, y poco a poco se fue dando cuenta que después de todo, no solo soy una carita bonita, sino que también mi belleza interior lo fue cautivando.
El restaurante es uno de los mejores de Nashville, por lo tanto, es un lugar impresionante y estoy segura que no se encuentra reservación con tan poco tiempo.
─ ¿Puedo saber cómo hiciste para reservar con tan poca antelación? ─pregunto.
Él sonríe, esa sonrisa que después de todo este tiempo, siempre hace vibrar a cada parte de mi cuerpo.
─Las ventajas de ser un soldado ─dice, dándome un guiño y acariciando mi mano─. ¿Ya has estado aquí?
─Sí, y por lo mismo me pareció curioso que encontraras reservaciones disponibles.
Toma la botella de vino y rellena ambas copas.
─ ¿Te he dicho que estás preciosa?
Sonrío y doy un trago del exquisito vino. Él también luce precioso, con su pantalón de vestir crema que le cae de manera espectacular y con su americana color azul marino. Solamente lo había visto en tejanos y en camisas de vaquero, pero la vista es perfectamente espectacular. Con su barba recién afeitada y su fragancia me está haciendo delirar cada vez más.
─Esta es la sexta vez.
Niega con su cabeza, nunca dejando de sonreír.
─Y lo diré el resto de la noche, porque en verdad estás preciosa.
Sonrío y espero que diga algo más pero no lo hace, así que sin duda alguna lo hago yo.
─Me trajiste aquí, pero no me has dicho a qué se debe esta celebración.
─En realidad no sé si sea una celebración ─dice, en un tono evidentemente nervioso─. Pero, hay algo que tenemos que hablar y simplemente lo hemos estado evitando.
Suspiro y bajo la vista hacia mi copa de vino. Esta vez no supondré, pero puedo imaginar el rumbo de la conversación.
─ ¿Tiene que ser justamente hoy? ─pregunto, esperanzada que podremos llevar a cabo esta charla cualquier otro día, pero me temo que sus planes son otros.
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Maravilloso Destino.
Romance¿Crees en el destino? Dakota Coleman no lo hacia, ella era de las chicas que no le daba mucha importancia, para ella, esa palabra era simple y escasa de significado, creía que un suceso de su vida no iba a lograr poner su mundo de cabeza, pero ha ll...