Epílogo

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Meses después.


—Mira hacia allá —pide Nathan en dirección al puesto de sodas.

Hago lo que me pide, y él me envuelve en un abrazo, susurrándome al oído:

—Justamente frente a ese puesto de bebidas, encontré a la chica más perfecta que alguna vez haya visto.

Niego con mi cabeza y ambos sonreímos.

—¿Y qué pasó con ella?

—Me acerqué y le susurré que era perfecta.

—No, no lo hiciste.

—Claro que lo hice —contesta jugueteando con un mechón de mi cabello—. Era tan perfecta que por un momento pensé que no sería merecedor de ella, pero cuando miré sus ojos, me perdí completamente en ellos.

—Quizás te hipnotizó —bromeo.

Nathan me da un fugaz beso y luego me atrae hacia él abrazándome mientras miramos una parte iluminada de Nashville, desde la cima de la rueda de la fortuna, la cual está detenida para permitirnos apreciar la vista.

—Siempre pensé que fue el destino ¿sabes? —comenta sin dejar de ver hacia abajo, hacia donde está el puesto de bebidas.

—¿Encontrarnos?

—Sí. Esa tarde decidí salir a conocer más la cuidad, me pareció divertido echar un vistazo a la feria, estaba por marcharme cuando noté que un señor necesitaba ayuda con unas pacas de paja, así que decidí ayudarle.

—Y así fue cuando miré a un chico que pensé era tan caliente como el infierno —confieso.

Nathan arquea su ceja divertido.

—Sí, recuerdo que confesaste que tuviste algunos pensamientos sucios —comenta divertido.

—Eventualmente nos conoceríamos.

—Y no tenemos idea si hubiera sido lo mismo.

Le hace una seña al señor que controla la rueda y lentamente la rueda se empieza a mover para bajarnos.

La feria temporalmente está trabajando solo los fines de semana y siendo un jueves, Nathan tuvo que hacer algo para que el guarda de seguridad nos dejara pasar y sobre todo, que hayan puesto en marcha la rueda de la fortuna solo para nosotros dos.

Nathan me toma de la mano y nos dirigimos hacia la Chevy.

—Ahora, la mejor sorpresa de nuestro improvisado viaje está por llegar.

— ¡Y vaya que fue improvisado!

Esta semana es mi semana de descanso, y mis vacaciones coincidieron con las de Nathan. No tenía planeado nada de esto, así que tuve que hacer una pequeña maleta, rogarle a Karlie para que cuidara de Sparkly y salir a toda prisa para evitar perder el avión.

Frunzo mi ceño cuando pasamos la hacienda de mis papás y Nathan continúa conduciendo, no pasan más de cinco minutos cuando empieza a reducir la velocidad y pasa demasiado lento frente a una hermosa casa que tiene un letrero de vendida en la parte izquierda de ésta.

—¿Quieres hacer algo ilegal? —pregunta asintiendo hacia la casa—. Parece que no hay nadie —comenta, bajando su cabeza para observar un poco mejor.

Lo miro como si le han salido dos cabezas de más y él sonríe.

—Tiene el letrero de vendida, quizás hay un cuidador y créeme que no quiero ser arrestada por invadir la propiedad ajena. Si algún día soy arrestada, tiene que ser por algo que valga la pena.

Maravilloso Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora