Cuando Nathan se refería a que de ahora en adelante haríamos las cosas bien, nunca pensé que también se refería a que tenía todas las intenciones de hablar con mis papás sobre lo nuestro. Si dependiera de mí, no tendríamos que pasar por todo este nervio y simplemente le diría a papá: "Hey, papá, estoy saliendo con tu vecino, si, Nathan Stevens. Por favor, se un buen padre y acéptalo", pero Nathan es un alma vieja atrapado en el cuerpo de un chico del siglo veintiuno. Y aunque traté y traté millones de veces de hacerlo entrar en razón y hacerle entender que es muy rápido para hablar de lo nuestro con mis padres de esta manera que es tan formal para mí, él no me quiso escuchar, lo único que me dio fueron dos semanas, pero me dijo que no esperaría más y es exactamente lo que está a punto de suceder. También están de por medio los papás de Nathan, ellos sí saben sobre nuestra relación, Priscilla se lo tuvo que decir al señor Donald cuando le contó que Emma Blancanieves les hizo una desagradable visita, así que ellos no querían que mis papás pensaran que actuaron a sus espaldas.
Por lo que ahora me encuentro junto a mi mamá, ayudándole a cocinar el almuerzo que hemos preparado para los Stevens, pero en realidad no sabe el verdadero motivo. Estoy tratando de sonreír mientras miramos el show de Ellen, en serio que esa mujer es una reina de las locuras, verla hacer sus pasos locos y sus comentarios, al menos quita un poco la tensión que siento.
Aunque Jasmin sigue molesta conmigo después de que han pasado dos semanas, incluso me ha aplicado la ley de hielo, prometió que ella y Stephen vendrán almorzar y en verdad lo agradezco, porque quizás ella sea mi última carta y me ayude a convencer a Nathan de no tener esta conversación tan formal.
─Te noto un poco nerviosa, Dakota. ¿Puedo saber a qué se debe? ─me pregunta mi mamá.
Dejo de cortar las zanahorias y la observo, ella está sonriendo, por lo que entrecierro mis ojos.
─No me pasa nada, mamá ─aseguro.
─Te conozco, los últimos días vienes y vas y tienes ese brillo especial en los ojos, estás realmente contenta pero ahora que la familia Stevens vendrá a comer estas toda así ─dice señalándome de arriba abajo con un cucharon.
Continúo cortando las zanahorias y evito tener que mentirle a la cara.
─Estoy contenta de pasar tiempo con ustedes, es todo.
─ ¿Pasar tiempo con nosotros? ─se ríe escandalosamente─. Es lo que menos has hecho, Dakota. Casi no pasas tiempo en la casa y en verdad quiero saber dónde te metes.
Me pregunto si es normal que las mamás tengan ese súper poder de adivinar todo lo que les pasa a sus hijos.
─Estoy entrenando con Impetuosa, casi he olvidado todos los trucos de equitación.
─ ¡Por Dios! Montas desde que pudiste controlar una yegua ─se aleja de la cocina y rodea la encimera hasta llegar a mi─. Entiendo que has pasado mucho tiempo lejos de nosotros, pero quiero que sepas que puedes confiar en mí y puedes confiarme lo que sea.
─ ¿Y esperar a que reacciones como lo hiciste la última vez con Ian? Lo siento, mamá, pero paso.
─No puedes esperar que reaccionara de otra forma cuando te estabas yendo a vivir con un completo desconocido para nosotros.
Cada vez que hablamos de ese tema terminamos discutiendo y sinceramente hoy no quiero nada de malas vibras porque ya tengo suficiente con la tensión del momento, así que simplemente ruedo mis ojos.
─Lo que sea, mamá. No pasa nada.
Me sujeta de los hombros y me sonríe con ternura.
─Si hay algo que tengas que decirme, te prometo que esta vez te escucharé y las cosas serán diferentes.
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Maravilloso Destino.
Romance¿Crees en el destino? Dakota Coleman no lo hacia, ella era de las chicas que no le daba mucha importancia, para ella, esa palabra era simple y escasa de significado, creía que un suceso de su vida no iba a lograr poner su mundo de cabeza, pero ha ll...