18. Semidesnudo y en una jaula [Editado]

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No podría pedir silencio en una ciudad como Bristol, pero sí podría pedir aire fresco

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No podría pedir silencio en una ciudad como Bristol, pero sí podría pedir aire fresco. El parque principal es hermoso, tiene árboles que escalan el firmamento, grandes y viejos; las caminatas no eran tranquilas en esta ciudad, pero uno tenía lo que podía. Había acostumbrado hacer una cada mes o dos meses, con la intención de no volverme tan huraña.

Di vuelta en una de las jardineras repentinamente feliz. Pero claro, soy Heaven Riddle, algo debe pasar siempre en mi vida.

Una chica se encontraba gritando encadenada a un gran árbol. Hablo de que la cadena la rodeaba por completo y luego ésta rodeaba al árbol. Tenía un cartel en las manos que agitaba frente a un señor.

Cuando me acerqué un poco más a la escena pude notar lo familiar que me resultaba la chica. El señor tenía los brazos cruzados y se dio la vuelta con molestia, alejándose.

Pude ver el cartel, que escribía en un pésimo inglés.
"Este árbol vale más que tu dignidad, anciano".

La chica dirigió sus vivos ojos hacia mí y pareció reconocerme.

—Yo te conozco ¿no?— pregunté.

Ella me lanzó una sonrisilla: —Claro. Ya sé quién eres, wey.

La extraña chica en Tau Fight, que me había dado su número de teléfono, que me había dado tanta curiosidad aquella noche.

—¿Tratas de salvar algunos pulmones?— dije lentamente señalando el árbol. Modere el tono de voz porque se notaba que ella no era de aquí. Tenía un acento latino muy marcado y a juzgar por su cartel, no sabía manejar muy bien el inglés.

—Exactamente— comenzó a decir —, espero que su bendito dinero les ayude con el cerebro de cacahuate que llevan entre los ojos.

¿No era mucha coincidencia encontrarla justo en una de mis salidas concurrentes?

La chico sonrío, dándome a entender que había escuchado —No realmente. Estoy en este parque prácticamente todos los días, es como mi hogar.

—¿Por eso insistes tanto en que conserven el árbol? Eso es increíble: defender lo que crees con garras y dientes.

Era bonita. Cabello castaño y piel apiñonada. Ojos grandes y vivaces, aunque parecía un tanto bajita.

—Tu me agradas. ¿Me llamarás por fin? Tal vez quieras iniciarte en el mundo de las manifestaciones, tienes espíritu ¿qué dices?

—Ni siquiera sé tu nombre— recordé.

—Soy Gloria.

—Heaven— le di un saludo militar y ella lo correspondió —Te llamaré. Bueno tú, sigue con lo que estás haciendo, creo— me despedí con la mano.

Never said to Heaven Donde viven las historias. Descúbrelo ahora