20. La gran broma [Editado]

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Caminamos en silencio detrás de la directora, Otto apenas y me devolvió la mirada preocupada que le lancé

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Caminamos en silencio detrás de la directora, Otto apenas y me devolvió la mirada preocupada que le lancé. Llegamos a la puerta de su oficina y la directora tomó la perilla de la puerta y lo giró, dejando ver la habitación recién iluminada; fue cuando por fin entendí su eminente enojo: su escritorio y su silla no se encontraban en su lugar usual, sino que ahora se hallaban pegadas en el techo, había incluso un porta retratos pegado al escritorio, de cabeza.

La mujer pasó y nosotros imitamos sus pasos, miró a los lados y pude notar la mesilla llena de computadores que usaba para monitorear las cámaras.
Volví mi mirada a Breeze, que tenía una posición de reproche y enojo.

La directora frunció el ceño y extendió su móvil hacia nosotros, donde se supone que podría monitorear y ver lo que grababan las nuevas cámaras, uno de los recuadros estaba cubierto por una fotografía grotesca de la directora hurgándose la nariz, seguramente era la cámara que se encontraba en su oficina.

—Vi esto y supe que algo pasaba— respondió entre dientes señalando a donde se supone que estaba el artefacto, pero se encontraba cubierto.

—¿Y cómo sabe que fuimos nosotros?— preguntó Otto con una mirada cansada.

La directora le miró con ira.

—Son los únicos dentro del edificio, por eso mismo fue que se me ocurrió poner cámaras; ni siquiera intenten excusarse, voy a ex...

—No trate de quitarme el crédito, abuela— retumbó la misma voz distorsionada y miré a Otto, el alzó una ceja y sacudió la cabeza mientras una pequeña sonrisa se asomaba en sus labios.

"Abuela". Claro, está impecable broma podía ser únicamente de Zac.

La directora Breeze enrojeció furiosamente.

—¡Zaccary Jensen, ven aquí en este mismo instante!— explotó como un volcán en erupción.

Una canción tétrica comenzó a sonar fuertemente y una risa hizo eco en las paredes. Miré a los computadores de monitoreo, todas las cámaras tenían adherida la misma fotografía donde Breeze se hurgaba la nariz.

Pasos sonaron en el pasillo, y Zac vestido de abuelita se asomó por la puerta. Tenía una enorme sonrisa socarrona en la cara y llevaba los brazos en la espalda.

—Ustedes dos, salgan de aquí— nos señaló y luego miró a Zac— Y tú...

Otto y yo nos miramos, para después mirar a Zac, él se encogió de hombros y señaló la puerta. Salimos de la oficina en silencio, Otto iba a mi lado, le miré y tenía el ceño fruncido nuevamente.

—Gracias por preocuparte por mí— le dije en voz baja y me puse de puntitas para tomar sus hombros y poner mis labios sobre su mejilla.

Cuando comencé a alejarme, me tomó de la espalda y me atrajo hacia él, sentí su cálido aliento en la sien. Se agachó y dejó un beso en mi frente.

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