La chica de ojos grises [Editado]

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Ya era la tercera llamada de Courtney y joder, claro que pasábamos un buen rato, pero no era necesario ser tan psicópata; las mujeres siempre se acercaban a mi esperando que asentara cabeza y me enamorara de ellas pero, ¿cómo hacerlo? Si todas ell...

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Ya era la tercera llamada de Courtney y joder, claro que pasábamos un buen rato, pero no era necesario ser tan psicópata; las mujeres siempre se acercaban a mi esperando que asentara cabeza y me enamorara de ellas pero, ¿cómo hacerlo? Si todas ellas me parecían tan iguales que a veces me costaba identificar una de la otra, era esa la razón de usar estúpidos apodos como "nena", pero a ninguna parecía molestarle.

—Joder, Otto. Contesta esa maldita llamada y ve a divertirte un rato, que tienes una cara de culo...— me dijo Joy reclinado sobre el sillón de su propia casa, tenía una cerveza en su mano envuelta con una venda gracias a que es un maldito capullo con problemas de ira. Ya era la tercera pelea en el mes, a este paso no nos dejarían entrar a ningún bar de la ciudad, aunque tuviéramos la mejor identificación falsa de Bristol.

—No es eso, tío. Esa chica no hace más que insinuar que la invite a salir y sabes que no es mi estilo ¿por qué no le contestas tú y vas con ella?— respondí mirando mi móvil con aburrimiento.

Me cansaba esa actitud.

—Tal vez debería — el cabrón se encogió de hombros y después miró su propio móvil para volver a mirarme con una ceja alzada— Roxanne tiene fiesta en su casa, tal vez deberíamos ir allí a conseguir un cojón de alcohol gratis y chicas guapas.

Le rodé los ojos mientras él se levantaba de su asiento y lanzaba su cerveza al basurero.

—Si que estas urgido, idiota. ¿Quién era Roxanne?— traté de recordar alguna Roxanne, pero a pesar de los intentos no pude traer a mi mente ni un destello de la chica. No me parecía importante, de todas formas.

Se encogió de hombros y tomó sus llaves de sobre la mesa para luego hacer una seña con su cabeza hacia la salida.

—La porrista, ¿recuerdas? — hizo una pausa y luego agregó— ah y Tío, eso de estar urgido es para chicos feos que no se les para ni una mosca, y no es por correrte, pero es hora de irnos.

—Conseguiré una chica mejor que la tuya esta noche, Joy. Solo porque eres un idiota — declaré y salté de mi asiento para pasar lenta y despreocupadamente por la puerta, y después compartir un par de palabras con el idiota de mi amigo, quedando encontrarnos en la fiesta.

Cuando subí a mi auto negro, vi por el espejo retrovisor a Joy subirse a su moto y lancé al asiento del acompañante el maldito móvil que parecía esforzarse por volverme loco. Joder, necesitaba un respiro. Y un poco de diversión.

Cuando arranque el motor, me dirigí directamente a la casa de la tal Roxanne, había ido ya varias veces, era una de esas tías que se la pasaban detrás de cualquier estúpido que las volteara a ver. Su única virtud —que Joy me hizo recordar— era que estaba tremendamente buena, con piernas largas, aunque unos pechos que dejaban mucho a desear; además,  me iban más las rubias que las morenas.

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