ENTRE DOS MUNDOS [TT]

15. Incertidumbre, así se llama ¿no?

NARRA JENNIFER

¿Imaginas ser aire para qué otras personas pudieran respirarte, para qué puedieran sentir lo qué tú sientes, para qué pudieran experimentar el profundo desconcierto que sufres...?

Parece que el mundo me trata con desprecio. Haciéndome sufrir desde el día de mi puñetero cumpleaños, ¿qué se supone que he hecho mal para que todo mi mundo caiga en picado, sin que pueda frenar la caida?

Ya no solo hay cambios a mi alrededor, sino también en mí.
Todo mi camino se esta desbordando, mientras yo me ahogo en alguna parte de mi vida...

Me encuentro en mi cama, sentada, con una sudadera gris que me cubre hasta los muslos. Los brazos de Daya me rodean, intentando tranquilizarme, recordándome que esto solo es un pequeño tropiezo y que todo va a salir bien...
Cómo me gustaría creerle, pero sé que se avecina un buen golpe, de esos que hacen que tardes en recomponer tus piezas del puzzle, de esos que duelen y dejan marca, de esos en los que necesitas algo más que una caja de pañuelos y un disco de música de tu grupo favorito para volver a levantarte.

Pero bueno, siempre se dice que hay que ser fuerte, y yo no voy a ser menos.

-¿Estás mejor?- pregunta apartándome los mechones de pelo que se han pegado a mis húmedos ojos.

-Supongo.-contesto sin ánimos-todavía no puedo creer que de un segundo a otro he pasado de tener una sonrisa radiante a unos ojos horrendos expulsando lágrimas como si no hubiera un mañana.

-Eh pequeña- dice limpiando mi rostro obligándome a mirarle- no digas eso ¿vále? vamos a encontrarla, confía en mí.

Le doy una pequeña sonrisa mientras ella apreta con fuerza mi mano.
La puerta se abre dejando ver a un Ryan preocupado, nervioso, que esconde sus manos en los bolsillos para que no pueda ver como le tiemblan;
¿Por qué él también se siente así? Las complicaciones son mias, no suyas.

-Os dejo solos-dice Daya, levantándose de mi cama, dejando así un profundo vacío que espero que alguien más sepa rellenar.

La puerta se cierra y el silencio nos inunda.
Las nueve de la noche, el tic tac del reloj no para de sonar, de marcar, de iniciar un nuevo segundo que quiero eliminar y olvidar.

Esta sensación no es buena, llevo más de dos horas encerrada en esta habitación, y lo único que quiero es dejar de llorar, pero no puedo. La impotencia de estar perdiéndolo todo me está asfíxiando.
El tiempo pasa y él sigue dándo vueltas sin saber que decir. Solo su mente funciona, debatiėdose, como si estuviera luchando una guerra constante en su interior.

-¿Por qué, por qué ahora?- pregunto entre sollozos pero parece que Ryan no tenga respuesta para mis preguntas.-Dime una cosa, el día que nos topamos en el centro, ¿fue casualidad?

-No-dice sentándose en el borde de la cama apoyando los codos en sus piernas sujetando su cabeza.-nada de esto es una casualidad, todo estaba planeado.

-¿Tú también quiéres lo qué las demás personas desean de mí?- pregunto con la voz temblorosa con miedo a lo que pueda contestar.

-Ni si quiera tú misma sabes lo que quieren-una risa amarga sale se su boca haciéndome sentir un estremecimiento en cada parte de mi cuerpo.-Pero si eso es lo que te preocupa, no. No quiero tu poder y eso es lo que más me jode, que de tí necesito otra cosa para ser fuerte que no encuentro en nadie más.

-¿Y qué és?- cuestiono incorporándome

-Tu presencia.-Noto como los músculos de mi cara se han quedado paralizados, ¿de verdad me necesita, o es lo qué les dice a las demás chicas para qué caigan en sus brazos? No se, creo que no me importa, ya que ha conseguido que confíe en él como no lo he hecho en nadie.-mira, no podemos encontrar a tu madre hasta que sepamos quién o quienes la tienen.