Capítulo 1/el Cambio

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-¡¡Hija, apresúrate que el camión ya se va!!- es lo que gritó mi madre desde la planta baja.

No me quería levantar, estaba cansada. Ayer como despedida mis amigos nos hicieron una fiesta a mi hermano y a mí, bueno, a toda la familia, que solo consistía en Marcia (mi madre), Xavier (mi hermano) y yo. Se preguntarán por qué no nombre a mi padre, bueno les contaré, mi querido padre, nos abandonó cuando tenía tan solo 9 años, por la maldita y zorra de su secretaria. Pero en fin... ayer como fue la fiesta, me terminé acostando aproximadamente como a las 4:30 am, lo que significa que tengo un sueño enorme.

Pero como sigo recostada en mi cama, de momento siento como se abre la puerta de mi habitación, y con fastidio espero los regaños de mi madre.

-Mira jovencita, si no te levantas ahora de esa cama, prometo que llegando a la casa tendrás que limpiar todos los cuartos, y, por si fuera poco, te quedaras con la habitación más pequeña. así que te levantas, ¡ya! -

Y con pesadez me volteo para mirarla con los ojos entrecerrados. - ¿Es en serio? - le pregunto, tirando de las sabanas para poder sentarme.

-Pues tú lo quisiste, ahora te levantas que eres la única que falta y la que más se demora en arreglarse- con eso, mi madre sale de mi pieza cerrando la puerta y dejándome sentada mirando a la nada.

Luego de esa breve charla con mi mamá, me levanto para ir al baño y ducharme rápidamente, al salir de la ducha, me coloco la bata, y cuando me adentro a mi cuarto, encuentro a mi hermano revisando unas de las cajas de empaque.

- pero ¿qué haces? – le pregunto, acercándome para quitarle lo que tiene en las manos.

-es que me quede sin provisiones- me contesta sacudiendo los calcetines blancos frente mi cara.

-si serás, ya vete de mi cuarto que me tengo que vestir- lo empujo hacia la puerta para luego cerrarla.

Una vez sola, voy a mi escritorio, donde el día anterior había dejado lista mi ropa para hoy, ya que todo lo demás están en cajas embaladas y de seguro arriba del camión de mudanza.

Rápidamente me coloco un short negro y una camisa gris sencilla, para acompañarlas con mis zapatillas blancas preferidas, suelo usar el cabello suelto para que se seque con el viento, de esta forma me quedan unas ondas algo deformadas pero naturales. Como hoy, será un largo día, opto por no maquillarme, y solo usar perfume, y ya está.

Bueno, les contare un poco cómo es que luzco. Mi cabello es de color café tirando para el rubio, el cual me llega hasta los codos, mido uno con sesenta y tres, no soy ni muy gorda ni muy flaca, algo promedio, mis ojos son grises y soy de tez clara, lo cual odio, ya que nunca puedo lucir bronceada como las demás chicas, y eso sería todo, de vez en cuando me sale algún grano como a todas, de la misma forma en que me acomplejo con mi cuerpo en mis días depresivos, pero en fin de cuentas soy una chica sencilla y normal.

Una vez lista, tomo las ultimas cosas que me quedan a la vista, ya que son cosas personales, como cremas, perfumes, algunas coletas u toallas, todo lo guardo en un bolso deportivo y lo dejo a un costado para ir retirando las sabanas de mi cama y así dejar solo el colchón.

Ya dobladas las sabanas, tomo el bolso y reviso cada cajón de los que serán mis antiguos muebles, revisando uno por uno, me encuentro con algunas pulseras u otros accesorios pequeños y sin importancia. Ya revisado el baño y mi cuarto, me detengo para admirar por última vez mi habitación.

-todo se ve tan vacío- murmuro de forma melancólica, observando cada rincón del cuarto en el que viví momentos inolvidables, con tristeza y angustia, respiro por última vez antes de dejar mi habitación.

-Hija ¿ya estás lista? - me pregunta mamá, al verme bajar las escaleras.

-sí, ya dejé todo cerrado y ordenado- digo acomodándome el bolso y las sabanas que llevo en mis manos.

- de acuerdo, vamos, tu hermano está afuera- ambas salimos de la casa, mirando por última vez nuestro hogar. Me adentro en el auto acomodando las cosas y al voltearme miro a mi madre, quien observa la casa al igual que todos, con tristeza y melancolía, despidiéndose de sus recuerdos de la misma forma en que lo hice yo momentos antes.

Veo como se queda unos segundos de pie, para luego cerrar la puerta con pestillo y caminar hacia nosotros. Esta vez le toca a Xavier conducir, así que él ya se encuentra en el asiento del conductor listo para partir

-ya chicos, es hora de irnos- dice mi madre subiéndose en el lado del copiloto, colocando su cinturón, y volteando a ver a Xavier y luego a mí de manera sonriente y esperanzada.

-Pues ya vámonos a nuestro nuevo hogar- comenta mi hermano dando dos golpes en el techo y prendiendo el motor para partir.

-acelérale chofer- digo sonriendo, observando por última vez el barrio en el cual crecí, dejando atrás amigos y familiares, momentos buenos y malos. Todo sea por una nueva vida. 

Mi nuevo amor...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora