Capítulo 3: Que buena vista!

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Tras salir del trabajo el chofer de mi mamá me pasa a buscar para merendar con ella. La casa donde me crie en las afueras de la ciudad era perfecta para mí. Mucho verde, arboles de todos los tamaños y especies. Me encantaba sentarme en ese enorme patio y pensar o solo mirar las nubes.

Podría echar a mis padres y quedarme con la casa. Pero estaría muy lejos del trabajo, de los locales de moda, de mis amigas y los boliches. No, se me pasó la emoción, mejor los visito cada tanto y listo.

Nos sentamos en el gran patio y charlamos bueno mejor dicho hable yo de mi ruptura y mis padres escucharon atentamente hasta que empezaron a delirar con denunciarlo por hacerme llorar-ilógico- o mandarlo a secuestrar. Tuve que bajarlos de sus fantasías aunque yo también quería  que se hagan realidad.

Ya con la llave en mano y el chofer de mamá estacionando en la puerta del edificio abrí con la primera llave la puerta de entrada. No podía ser más lindo el lugar todo blanco con detalles en negro muy minimalista.

Seguí hasta el ascensor la llave tenía un llavero con el número 8 de un lado y por detrás el 802. Apreté el número del ascensor y me encaminé a mi nuevo hogar.

Apenas abrí quedé impactada con la decoración solo puedo decir que fue obra de mi mamá. Todo sutil en tonos pasteles, totalmente amoblada. Solo tenía que llevar todo lo que saque del anterior departamento y estaba lista para quedarme mañana hoy ya era tarde para volver a buscar las cosas.

Seguí recorriendo, mirando y tocando todo hasta llegar al balcón que se veía desde el ventanal de vidrio de techo a piso.

Salí fascinada casi lloro de la emoción. Tenía 2 reposeras de madera haciendo juego con la mesita y miles de macetitas con flores de todos los colores que se fundían con el verde del parque que se encontraba en frente.

Mi vista se desvió hasta el costado derecho que unía mi balcón con el del vecino.  Botellas de todas las marcas y modelos con alcohol y sin se encontraban desparramadas y rotas. Estaba tan enojada que no me di cuenta que el vecino estaba apoyado en la baranda de su balcón de espaldas a mí.

Debo decir que muy buena espalda ya que estaba sin remera. Pero ese no es el tema el temita es que tira toda su basura en mi balcón eso no lo voy a permitir.

Me aclare la garganta exageradamente y se dio vuelta para mirarme. Creo que estaba dormido o borracho no sé.

-Hola soy Amanda y soy tu nueva vecina- lo mire seria no iba a desviar mi mirada a su torso desnudo no quería que pensara que era una babosa.

-Me podes decir porque están todas estas botellas de mi lado del balcón si yo recién me mudo- le pregunte un poco exasperada, pero no puedo dejar de mencionar que con esa cara todas caían a sus pies.

-Soy Theo y yo las puse ahí porque tuve una fiesta anoche y no quería que nadie se corte- dijo con cara de poker.

-Y a mí no me importa espero que para mañana este todo limpio porque me vas a obligar a tomar medidas- dije determinante palmeándome la espalda mentalmente por no mirar su cuerpo.

-Theo yo ya me voy- sale una chica a su balcón un poco despeinada.

-Si, que te vaya bien- le dijo el muy maldito son todos iguales.

Ahora me habla a mi-No me mires así ella se quiso quedar, ahora que se vaya sola- la media sonrisa que ponía me daban ganas de arrancársela de una piña.

-Hace lo que quieras pero las botellas las sacás- no lo mire y me puse a responder mensajes de mis amigas.

-Siempre sos así de pesada- me pregunta acomodando un brazo en la baranda- te vas a poner vieja antes de tiempo por amargada-.

-No lo puedo creer- me digo a mi misma ya empezando mal la relación con el vecino.

-No soy amargada ni mucho menos, solo quiero mi espacio libre de mugre. Ya quisieras ver este cuerpo cuando sea vieja- lo mire desafiante.

-Si como digas amargada- se rió de mí en mi cara.

Pase por al lado de los sillones ya casi entrando y me di vuelta para responderle pero el ya estaba de espaldas. No me culpen soy mujer esta vista la tengo que compartir con mis amigas. Levante el celular apuntándolo y me cerciore de que estuviera en silencio. Sí, soy loca pero no para tanto no iba a dejar que me descubriera sacándole una foto.

Apunte y saqué un par el pie de la foto era: Que buena vista! Apreté enviar y se dio vuelta cuando sostenía el celular en su dirección.

-Querés que pose o así natural estoy bien- me pregunta riéndose.

-¿Qué?-se me desfiguro la cara, empecé a hacer muecas raras ni yo me lo creía –estaba viendo si tenía señal egocéntrico. No tengo wi-fi todavía- dije tratando de creerme a mí misma.

Entré sin dejarlo responder y apoyo mis manos en mis cachetes.- Dios no puedo se mas tonta ¡se dio cuenta!-. Igual valió la pena, el admitió haber tirado las botellas que ensucian mi lindo balcón así que una fotito no le iba a ser mal a nadie. Hasta le hago propaganda con el público femenino que más quiere.

Me tomo un taxi a la casa de Sam porque no me iba a quedarme no tenía nada para ir al trabajo al otro día, no podía salir sin maquillaje las ojeras todavía estaban ahí firmes como rulo de estatua. Los mensajes de whatsapp sonaron todo el trayecto hasta el departamento de Sam, estaba todas embobadas con mi nuevo vecino alias el sucio. No sé realmente si se bañaba seguido o no pero esas botellas rotas las tenia grabadas en la cabeza a fuego. Arruinando la vista de ese hermoso y perfecto  balcón.

Sam me recibe y lo primero que me comenta es: que buena vista! Yo no puedo para de reír ya están obsesionadas con Theo y eso que no le vieron la cara. Se mueren.

Un balcón entre tú y yo © TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora