Capítulo 7: ¿Es verdad?

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-Te pensaste que nunca te iba a encontrar boludita- se tambalea y arrastra las palabras remarcando la ultima con cierto desprecio.

Me quedé en un estado de congelamiento viéndolo, su mirada irradiaba odio, furia, rencor. No salía de mi asombro, la persona con la que compartí 3 años no era la misma que estaba viendo en este momento, era una faceta que nunca había conocido y me aterraba. Siempre tan correcto para expresarse, sus gestos sutiles y una moral digna de envidiar no se encontraban en esas persona que ahora observaba con miedo, desilusión y hasta un poco de asco.

-Andate de mi casa- quise cerrar la puerta pero se interpuso en mi camino. Sin darme cuenta ya estaba a centímetros de mí agarrando mi cuello con la mano que tenia vacía en la otra lamentablemente tenia la botella de vodka casi a punto de ser terminada.

-Que creíste que me iba a quedarme de brazos cruzados después del quilombo que dejaste en el departamento y no hablo de la mierda que dejaste en las alfombras. Los vecinos me quieren echar por tus gritos y escándalo- lo dice tan rápido que apenas asimilo todo.

Puse mis manos en su mano que apretaba mi garganta y hable como pude -me estas lastimando Manuel, soltame por favor-

Me vi retrocediendo hasta chocar con el sillón.

-Soltala ahora- escucho a Theo ordenar. Se escuchan pisadas muy fuertes que vienen hacia nosotros.

De un movimiento Theo arrebata la mano de Manuel y me caigo al sillón con peso muerto. No sé en qué momento pasó pero era tan borroso por el mar de lagrimas que desprendía que no distinguía las siluetas que se encontraban enredadas en una cruel pelea cuerpo a cuerpo.

-Theo soltalo lo vas a matar-grité desesperada. Era cierto, Manuel estaba tan borracho que solo podía lastimar a una persona indefensa como lo era yo.

Como pude me subí a la espalda de Theo para frenarlo estaba tan concentrado en lastimarlo que no me escuchaba. Hasta que se dio cuenta que estaba llorando como nunca antes y se detuvo.

-No me pidas que no lo desfigure porque este cobarde que tenias por novio te viene a prepotear y maltratar. No me pidas que no sea así, porque a mí me enseñaron a defender lo que me importa- me quede congelada por segunda vez en un par de minutos.

El tenia razón pero la violencia no era el medio ni la forma de vengarse.

-A este lo conozco muy bien solíamos jugar al futbol juntos, en el mismo equipo hace un año atrás, cada vez que salíamos del entrenamiento se encargaba de contarnos a todos a quien se iba a "tirar" cada semana- me mira expectante.

Me quedo callada no sé que responder estoy tan o más shockeada que antes y solo puedo pensar que estuve tan ciega que no podía ver mas allá de mis zapatos. Es triste encontrarte con otra realidad tan diferente a la que recrea tu cerebro que duele hasta el alma.

Manuel se queja en el suelo tratando de levantarse pero es en vano. Se retuerce de dolor y muy en el fondo siento lastima por él, mas lastima siento por mi por lo ciega que fui. Si me dijeran que todo esto es un sueño y que voy a despertar al lado de la persona que amo, no me lo imagino a Manuel más bien me lo imagino como Theo.

Sin dejar de pensar en que quiero matarlo en este momento por ganarse todo mi odio, rencor y despertar el ser más violento que alguna vez habito en mí, dejo mis pensamientos de lado y le pido a Theo que me ayude a levantarlo para que se pueda ir por donde una vez vino y no vuelva más.

No me quedan más palabras para decirle a Manuel prefiero sumirme en un silencio en el que solo yo soy capaz de romper, pero no puedo no me siento con las fuerzas suficientes de siquiera balbucear un simple"no te quiero ver más por acá". Una vez en pie Theo se lo lleva al ascensor y me pide que me tranquilice que vuelve lo antes que puede.

Me desmorono en segundos y lloro como nunca antes, dejo que la realidad me pegue donde más me duele porque sé que en algún punto este sentimiento agónico se va a disolver y todo va a mejorar, el problema que no sé cuando va a mejorar y cuando voy a poder ordenarle a mi cerebro extirpar lo que me hace mal.

Siento unos brazos aferrarse a mi espalda y no me contengo en seguir llorando, necesito liberar esta congoja que no me deja seguir. Sus palabras de consuelo no me llegan, solo puedo sentir que me tiene lastima y reacciono a salirme de sus brazos.

-No necesito tu compasión, dejame sola – lo empujo con muy poco fuerza entre sollozos para librarme de él, pero no me suelta.

Entonces ya enfurecida por lo que yo considera es su mirada de lastima le grito –que parte de dejame sola no entendiste-

Me mira dolido y sé que está mal mi comportamiento pero solo quiero estar sola, dejarme hundir en mis pensamientos y seguir siendo miserable hasta que se me dé la gana.

-Voy a estar al lado, no dudes en llamarme si necesitas algo- agarra la libreta de la mesa y anota su número –las cosas que dije no las pensé solo me cegué cuando vi que te lastimaba- se acerca un poco.

-¿Es verdad?-

-¿Qué cosa?-

-¿Qué hablaba de quien se iba a "tirar"?-

No me responde con palabras pero su asentimiento de cabeza me termina por desmoronar.

Tendría que haberlo adivinado o por lo menos dudado un poco pero no se me ocurrió ni por casualidad, cuando se iba a jugar al futbol a las 6 de la tarde y volvía a las 12, pero como buena novia que yo me consideraba no le preguntaba nada porque sabía que necesitaba tiempo con sus amigos además del trabajo y convivir conmigo. No quería ser la novia celosa y demandante como muchas veces vi en mis amigas, quería relajarme para que él no se sintiera sofocado por mis inseguridades. Pero como todo lo que se quiere en la vida no se puede conseguir y de los cuernos no se salva nadie. Me veo al espejo y siento que no entro de la ornamenta invisible que decora mi frente.

Theo se va respetando mis ganas de estar sola, solo no quiero que me vea derrumbarme más de lo que ya estoy.

Lo veo saltar el balcón y me siento sola, desprotegida con ganas de perder la memoria como en las novelas de la tarde.

La semana pasa muy lento, a duras penas puedo coordinar mis pensamientos con mis acciones, todos notan que algo me pasa, pero como no me abro a mostrar mis sentimientos con personas que no saben mi vida privada y solo quieren chismorrear a la única que le cuento es a Sam. Por primera vez en muchos días sus palabras me llegan y dejo que me consuele por un rato.

La veo de reojo sentada en su escritorio y siento envidia de mi amiga. Suelta suspiros y risitas cada vez que le llega un mensaje a su celular. Lo único que ruego es que no la lastime como me lastimaron a mí.

Una figura aparece ante mis ojos sonriendo y saludándome con su mano mientras me tomo un café en mi sillón. Se ve como si alguien hubiese puesto cada facción en el lugar correcto, una especie de híbrido que recibió lo mejor de sus dos progenitores. Es perfecto y yo acá despeinada, con los ojos vidriosos y  la nariz mas roja que Rodolfo de tanto llorar.

Sacudo mi cabeza en señal de que no quiero que se acerque a mí y me dirijo a mi habitación para seguir enfrascada en mi tormento.  

Espero a que deje de golpear la puerta de mi balcón. Se le hizo costumbre saltar la baranda para ver como estoy. Me asomo para volver a recostarme en mi sillón. Mis ojos viajan a la puerta de vidrio un pequeño post it amarillo neón se encuentra pegado. Me acerco sigilosamente y con una sonrisa leo la pequeña notita.

Un balcón entre tú y yo © TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora