Capítulo 26: Nada de nada

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Tomo un sorbo de mi café -¡uhg horrible! estas máquinas de café son de las peores -y sigo concentrada en mi trabajo, estos días se resumen a planificar y planificar la nueva publicidad para el ultimo cliente que conseguimos.

Mi celular suena. Un mensaje de texto.

Raro la mayoría de las personas no gastaría ni un centavo con todas las aplicaciones de mensajería gratis.

"Hoy estas más linda que ayer"

Este número es el mismo del otro día, le voy a escribir para que pare de mandar mensajes, estoy segura que se equivocó.

"No creo que sea la persona que buscas, seguro te equivocaste de numero"

Sigo en lo mío porque voy un poco atrasada, la semana pasada estuve muy distraída, por no decir destruida.

Sofia me trae un café recién hecho por ella -este si me gusta- hace un par de semanas que no la veo, esta super concentrada con su trabajo, el jefe le prometió un ascenso y ella está empeñada en conseguirlo. Me encanta que sea tan apasionada como yo para el trabajo.

-Cómo te gusta con 3 de azúcar y un poco de leche- me lo acerca.

-Gracias- digo contenta, que me saquen de mi concentración no me hace gracia, pero que vengan con un café para cortar la mañana me encanta.

Tomo el primer sorbo y mis fosas nasales responden a la cafeína. Mis papilas gustativas se deleitan y recién ahora puedo decir que estoy despierta. Theo no me deja ni dos segundos sola, me encanta que me cuide y realmente me hizo falta toda la semana, lo único que no agradezco es el sueño que tengo, después de que se fue Oli, Sam y Mat, Theo se concentró en hacerme temblar sobre la cama, y no lo culpo yo también lo extrañé.

- ¿Cómo vas con el trabajo? - le pregunto, sé que está consiguiendo lo que se propone, también sé que su jefe, que no es el mismo que el mío un señor ya mayor con una panza que la tiene que transportar con grúa, la vuelve loca, pero de otra forma, unos 33 años, alto, trigueño y con una sonrisa derrite glaciares, está consiguiendo que mi amiga la que le encanta las salidas sin compromiso se muera por sus huesos.

-El señor Morrison me está volviendo loca con tanto trabajo, me tiene todo el día en su oficina- descarada si le encanta.

-Y eso te encanta- me encanta provocarla.

-No, nada que ver, lo único que quiero es el ascenso que bien merecido lo tengo- sus palabras salen disparadas, está nerviosa.

-Sí, lo que digas. A mí no me mientas chiquita- ahora si me fulmina con la mirada.

-Ni queriendo que pase algo va a pasar- sus ojos se incrustan en mi mesa de trabajo. Ahí algo pasó.

Cuando estoy a punto de hacer la pregunta clave...

Sam aparece en acción- ¿y mi café? - Sofia le acerca su café.

-Ah sí sos la mejor- la miro con los ojos entornados -vos también, tonta- me mira y me tira un beso.

-Entonces... ¿no hay nada entre vos y el sr. Morrison? - mi pregunta alerta a Sam.

-No me digas que...- grita la muy descarada, las dos la fulminamos con la mirada -perdón, es que hacen linda pareja- dice bajito.

- ¡No hacemos nada! Nada de nada- dice bajando la voz.

-Eso es lo que te preocupa, que no pase nada de nada- dice Sam.

-Bueno, es que algo pasó...- se tapa la cara, le saco las manos de la cara y la aliento a que siga -es que me besó -nos mira, nosotras ansiosas abrimos los ojos como búhos -en el ascensor y ahora hace como que nada pasó-.

Un balcón entre tú y yo © TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora