Capítulo 29: Te quiero 2

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Ese día llegué a casa, calmada como siempre.

Pero algo se acumuló en mi ser rencor, odio, resentimiento, dolor todo lo que acumulé en un día lo estaba exteriorizando. Grité y grité tanto que me quedé sin voz.

Me sentía fatal, a veces creo que soy demasiado floja para afrontar los problemas. Tendría que haberle dicho todo lo que pienso en la cara, todo lo que me hace sentir con respecto a su mentira, pero como siempre mi cerebro se bloquea y decide no confrontar nada, absolutamente nada.

Termino exhausta de tanto llorar y gritar que no me quedan fuerzas para nada, solo atino a llegar a mi cama. Me tomo un calmante para conciliar el sueño porque los nervios se apoderaron de mi cuerpo y no me dejan pegar un ojo.

Las horas se hicieron días y así sigo sin poder asimilar nada, a veces me lo encuentro y su cara de culpa hace que quiera ahorcarlo. Maldito imbécil, encima me mira con cara de lastima, como queriendo disculparse de tener que encontrarnos en el pasillo. Los peores momentos son los que me lo encuentro en el ascensor y me pregunta como estoy. Mi simple "bien" hace que deje de hablar automáticamente.

El proyecto fue lo único que me mantuvo la cabeza ocupada, hace dos semanas que solo salgo para trabajar. Mi vida social se vino a nula y aunque mis amigas insisten en que tengo que salir y despejarme, el dolor que siento en el pecho no se va, es una mano imaginaria apretando mi corazón constantemente.

Fernando se tomó la libertad de pasarme a buscar todos los días, a veces me salva de tener que pasar más tiempo con Theo, los segundos que compartimos fugaces veces en el ascensor se me hicieron eternos y al bajarme me pregunta como estoy o simplemente se ofrece a llevarme. No sabe que mi corazón se rompe un poco cada vez que me habla.

-Buen día- digo cuando llego a mi puesto de trabajo. Mis compañeros responden al unísono.

-Buen día Mandita- Sam está de buen humor.

- ¿A que se debe el buen humor? - levanta las cejas.

-Nada, sabes que me gustan las fiestas y es el aniversario número 50 del nuevo cliente y parece que va a ser en grande- su tono de voz me deja tonta, muy agudo.

-Ah eso- acomodo mi escritorio. Espero a que me llegue el mail de la nueva compañía.

Para empezar, tenemos que averiguar la estética de la compañía y su filosofía en el trabajo y con sus empleados. Entonces cada uno individualmente piensa ideas de lo que le puede llegar a gustar al cliente, después reunimos y debatimos las ideas, nos reunimos con los clientes y ellos deciden que les gusta, nos ponemos manos a la obra para filmar la secuencia y crear la nueva estética. Es lo único que me saca de la monotonía.

-Ya me llegó el mail, es algo ambiental, del gobierno- levanto la mirada ya sabiendo a que empresa se refiere. Abro rápidamente y busco en mi bandeja de entrada.

Todo gira en torno a él.

- ¿Te pasa algo? - Sam me mira desde su lugar.

-En esa empresa trabaja...-no me deja terminar.

-Theo, me lo suponía- su lapicera hace rayas en una hoja cualquiera.

-No voy a ir, no lo quiero ver- miro por la ventana, perdiendo la mirada en la distancia.

-Vas a ir porque te llamas Amanda Blackwood y le vas a mostrar lo que se perdió por idiota, nadie te hace sentir mal ¿entendiste? - su dedo índice acusándome me hace sentir débil, tiene razón.

-No entendes como me siento- un sollozo sale de mi garganta, Sam viene a abrazarme -lo veo y siento que me derrumbo- las lágrimas salen sin piedad.

Un balcón entre tú y yo © TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora