Capítulo 13: No pasa nada, estoy bien

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Estaba acostada boca abajo con todos los pelos desparramados en la almohada, eran las 5 de la mañana de un sábado y no podía pegar un ojo.  Nunca en mi vida me desvelé tanto como estos últimos días.

Sentía una opresión en el pecho que no me dejaba respirar correctamente o se me aceleraba el corazón al punto de frenar todo lo que hacía. Nunca me sentí tan cansada, física y mentalmente. Me la pasaba todos los días decorando o redecorando todos los habiente del departamento después de trabajar y además salía a correr al parque que tenía en frente. Mi subconsciente me hablaba y no paraba, me analizaba como si de un psicólogo se tratara. Estaba acelerada, ansiosa, era inexplicable lo que sentía.

Dos horas después estaba durmiendo otra vez, ya levantándome al medio día. Comí algo liviano no pensaba hacer nada elaborado, Sam y Francesca llegarían a la tarde y de ahí hasta muy tarde en la noche no íbamos a parar de comer.

Pero ahora mismo estaba sentada en el balcón con una maceta en la mano, todo a mí alrededor lleno de pinturas y pinceles súper concentrada tratando de ponerle más color al balcón. Hasta que un...

-Hola- muy sexi y todo lo que se les ocurra pero arruinó mi obra de arte haciendo un rayón impresionante a mi macetita.

Levanté mi vista achinando los ojos por el sol y lo mire con cara de pocos amigos.

-Ups- dijo "UPS". Me voy a tener que calmar porque ya estoy pasando mis límites de tolerancia, la Amanda amable se esfumó.

-No pasa nada- dije calmándome –se puede limpiar y volver a hacer- con un trapo en la mano empecé a sacar la mancha.

-Estas un poco estresada estos días- pregunta doblando la cabeza hacia un lado, ya estaba levantando el pie para cruzar a mi balcón.

-Estoy bien- dije de mala gana sin verlo, siguiendo "concentrada" en la maceta. Y ahí venia el aceleramiento de corazón.

-¿Puedo?- agarra una maceta un poco más grande y espera a que le de él okey. Solo aciento y se pone a pintar sentado en el piso como indio.

Nos quedamos callados un largo rato, no digo que fuera incomodo, pero si un poco raro yo no estaba en mi mejor momento, con solo estar cerca de él me transpiraban las manos y me temblaban los brazos. Los trazos que estaba dando estaban quedando asquerosos, en cambio el parecía un profesional que en cada rato libre pintaba macetas. Mátenme ahora.

-Te parece si le ponemos nuestros nombres- me pregunta acercando su "obra de arte" lista para subastar.

-Si querés...- me tiembla la voz, no lo miro está muy cerca y se da cuenta que algo me pasa.

Agarra color negro con el pincel más finito que tengo y traza una suave línea escribiendo su nombre y el mío en la misma maceta. ¡No sé porque me hace esto!, que firme la suya y yo firmo la mía, no los dos nombres en una como si fuéramos pareja tallando nuestras iniciales en un árbol.

¿Será un mensaje subliminal?

No lo quiero admitir pero le quedo muy bien y debo reconocer que mi corazón sufre con este gesto. Falta que abajo entre paréntesis ponga "friends for ever" y ahí si me mudo mañana mismo o hago que accidentalmente se me caiga la maceta haciéndola 20000 pedazos.

-Te veo tensa- si vos lo decís.

-No pasa nada, estoy bien- no me deja terminar de hablar.

-Vení- me agarra de la mano y me levanta del piso, me sienta en la parte de los pies de la reposera y él se sienta atrás mío. Estaba a punto de preguntar que iba a hacer hasta que siento sus manos en mis hombros.

Un balcón entre tú y yo © TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora