Se separa un poco, no lo suficiente para que todavía siga hecha una tonta y entonces el habla. Me mira fijamente, yo sigo hipnotizada.-No podía dejarte dormir sola, te veías tan indefensa. Todas las noches sueño con dormir con vos, me levanto a la mañana pensando en vos. Quiero tus besos, abrazos, tu sonrisa, quiero todo de voz. Quiero cuidarte, mimarte, que puedas confiar en mi-sus manos suaves y grandes me acarician los cachetes- Por eso te mentí- agacha la cabeza.
-No- me mira decepcionado.
-No te perdono- le digo lo agarro muy fuerte más que como él lo hizo conmigo y lo beso. Lo beso con todas mis ganas de él, el no vacila y me aprieta contra él. Sus brazos son fuertes, su pecho es cálido. No es como su beso desesperado, es un beso tierno, lleno de caricias y mordiscos suaves.
Ya puedo morir en paz.
Mi cuerpo si reacciona porque soy yo la de la iniciativa y me encanta. Me siento poderosa, llena de vida, fuerte. Esa confesión me dejó con ganas de encerrarlo en una habitación y no dejarlo salir para que nadie me lo robe nadie, porque ahora es MIO.
No quiero soltarlo sus labios son una adicción, pero también aprecio mi vida y me estoy quedando sin aliento.
Lentamente nos separamos dejando un espacio ínfimo entre nuestros cuerpos, su aliento roza mi frente y soy incapaz de mirarlo. Pero el no piensa lo mismo y con su mano levanta mi mentón.
-Me gusta que no me perdones- se ríe levemente, sus ojos brillan.
Me vuelve a besar esta vez no tan tiernamente, reafirmando que la pasión está ahí y es inevitable que nos hundamos en esta pasión.
Sin dejar de besarnos caminos abrazados lentamente, es un poco difícil no lo voy a negar, hay que coordinar nuestras piernas para que no se choquen y sin ver y de espaldas es bastante difícil.
Siento una superficie a la altura de mi culo, tiene que ser una mesada. A estas alturas ya no me importa.
Lentamente agarra mis muslos y me sube, sus piernas quedan entre las mías lo suficientemente cerca como para que me vuelva loca.
Sus besos son dulces y por momentos arrebatados. Su espalda es una maravilla creada por los dioses que se apiadan de mi para poder tocarla y esa lengua ¡Dios! Llamen ya al loquero porque si me faltaba una pizca de locura la encontré acá, sentada sobre esta superficie con un bombón besándome.
Una vibración muy fuerte se apodera de mi cuerpo y me asusto.
-Ahhhh- grito y salto a aferrarme de su cuerpo.
-¿Qué pasó?- hace que lo mire todavía colgada de él. Miro hacia donde estaba sentada. ¡No puede ser!
-Es que tu lavarropas se está vengando de mí- digo haciendo pucheros.
Theo se ríe a carcajadas y me abraza más fuerte para que no me caiga –te dije que no era gracioso-
Me baja lentamente, yo no me quiero bajar, pero creo que estoy pesada entonces sedo.
-No quiero separarme más- hace una pequeña pausa como pensándolo –quiero decir que quiero que estemos juntos, quiero intentarlo con vos y sé que soy complicado que mi vida está llena de problemas, pero te quiero conmigo- me mira impaciente.
Asiento sonriendo, mi habla no funciona en este momento.
-Siempre sos charlatana y ahora no decís nada- sus ojos brillan y me examinan sus dedos juegan con mis cachetes.
Asiento –no me esperaba todo esto, las cosas lindas que me dijiste- sin perder un segundo me besa.
Se siente bien, jodidamente bien.
ESTÁS LEYENDO
Un balcón entre tú y yo © TERMINADA
RomanceTras haber encontrado a Manuel engañándola, Amanda decide vengarse de su ex y con la ayuda de su amiga Sam lo logran, rápidamente se muda a un colorido departamento en medio de la ciudad. Desanimada pero consciente de que su vida tiene que seguir ad...