Mentiría si dijera que no siento nada por Theo, que cuando lo veo no me pongo nerviosa como si estuviera por entrar a rendir un examen, que cuando me habla no me hipnotiza como un mago, que el calor que emana no me puede abrigar del frio.Recién ahora me doy cuenta de lo tonta que fui, que todo lo que sentía por Manuel era una ilusión al gran miedo que tengo a quedarme sola de por vida y así me salió la jugada.
Como dice Sam, el que no arriesga no gana.
Y yo quiero arriesgarme pero....
¿Y si me rechaza? ¿Y si no? ¿Si no me quiere volver a hablar? No, ni loca le digo nada, bueno no es que estoy enamorada, me atrae, sí, eso no hay dudas. Me gusta como es conmigo, me escucha, me ayuda en lo que puede, me trata como alguien que le importa. Me atrae físicamente, me gusta cómo piensa. Si, me encanta.
No, definitivamente no le voy a decir nada. Yo no soy de las que se calla y no enfrenta la situación pero cuando se trata de sentimientos es otro tema. Prefiero morderme la lengua antes que decir algo que y que me rechace. Prefiero quedarme con la duda.
Mi conciencia me grita ¡cobarde! a más no poder y tiene razón hoy no tengo ganas de empezar una discusión con mi yo interior.
Cada acercamiento que tengo con Theo creo que lo soñé, nunca toca el tema otra vez y yo no digo nada. Hacemos de cuenta como que no pasó y creo que mi cerebro también lo cree.
Después del sábado para el recuerdo, el lunes se hizo presente y con él la vuelta al trabajo y a entrenar, intercalé días para salir a correr.
Ya estoy lista para correr después de ingerir muchísimas calorías el fin de semana. Este cuerpo no se mantiene solo y me daría una fiaca terrible salir a correr por la ciudad pero como tengo un parque muy lindo en frente no tengo excusas validas.
La vuelta se me hizo larga, creo que comí tanto que estoy más pesada para trotar. Saco la llave de mi top un poco transpirado y entro rápidamente por un vaso con agua. Me lo tomo de un trago, jadee como si me corriera un ladrón.
Me acerqué al balcón y empecé a estirar los músculos si no lo hacía iba a estar todo el día contracturada. Primero los brazos, después el torso y por último las piernas.
Cuando ya estaba terminando una figura aparece algo cerca.
-Hola- dice levemente. Esa sonrisa que te hace temblar las piernas. Y ¡oh! Esta en cuero. Sublime.
Levanté lentamente mi cuerpo y lo saludé- Hola Theo ¿Cómo estás?- seguí estirando dándole poca importancia.
-Yo bien, pero tengo un pequeño problemita- dice rascándose la pera. Parece apenado.
-¿Yo puedo ayudarte?- me acerco y trato de no violarlo con la mirada.
-Emmm...si, no quiero que parezca machista- me mira de arriba abajo sus cachetes toman un poco de color, espero a que hable –es que no se qué le pasa al lavarropas, soy nuevo en esto de lavar la ropa solo y creo que la rompí apretando algo.
-¿Ahora?- asiente enérgicamente mostrando esa sonrisa ¡no lo hagas mas, me vas a matar! –abrime que yo no salto balcones-
Me espera apoyado en el marco de la puerta.
Dejo mis llaves en la mesa y me dirijo al lavarropas apretó el botón de encendido y ninguna luz se prende. Lo miro, lo miro...al lavarropas pero atrás mío se que él me mira.
-Mostrame que apretaste- se acerca y me muestra los botones que apretó, me encanta que ponga cara de cachorrito sin ser adoptado.
-Ya busqué en internet, le pregunté a mi mamá y no tengo idea- se apoya en la mesada de al lado.
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Un balcón entre tú y yo © TERMINADA
RomanceTras haber encontrado a Manuel engañándola, Amanda decide vengarse de su ex y con la ayuda de su amiga Sam lo logran, rápidamente se muda a un colorido departamento en medio de la ciudad. Desanimada pero consciente de que su vida tiene que seguir ad...