Capítulo 40: Sí

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-Maldita etiqueta- bufé mientras me rompía las pocas uñas que me quedaban.

Dejé de lado la nueva maceta que compré en el súper con Sam y me dediqué a mirar el cielo, la tarde caía lenta y los días se acortaban mientras el verano se iba yendo de a poco.

Faltaban dos días para declarar contra Manuel y eso me ponía los pelos de punta, necesitaba distraerme y nada me resultaba.

El miedo estaba ahí, de volver a verlo de volver a sentir miedo y más aún el miedo a que no me crean y quedar como una pobre idiota frente a toda esa gente por contar lo tonta que fui durante tanto tiempo. Por lo que había escuchado, Manuel recibiría unos cuantos años  en prisión por mi secuestro y casi intento de homicidio, la cuestión estaba en que no era suficiente, ni que me fue por tres meses. Habían pasado unas cuantas semanas de lo ocurrido y a mí me parecía tan poco casi como si recién me despertara en el hospital. Muchas noches las pasé despierta y con la luz prendida, reconozco que hacerme la fuerte es un reto que le doy a mi cerebro para no dejarme llevar y tocar timbre y refugiarme en los brazos de mi vecino.
Vecino, solo eso... pasó tanto tiempo desde que estuvimos juntos, lo extraño tanto.

Quisiera decir que sólo es orgullo lo que siento es para no dejarlo volver, pero también es dolor y angustia. ¿Qué pasa si me acerco otra vez y algún mal intencionado quiere volver a separarnos? Soy egoísta, pero cuando se trata de Theo no quiero que le pase nada y menos por mi culpa, y en cierto punto me siento culpable.

Todavía falta una semana para irme y dentro de 4 días me sacan el yeso de la pierna, gracias a dios solo fue una fractura y no me quebré porque sino tendría que haber ido a cirugía, pero los médicos exageran la cosa para que mantenga el reposo a rajatabla y no les funcionó.

Vuelvo a la maceta que tiene la etiqueta con el precio y no sale la maldita.

-¿Te ayudó?- casi salgo volando del susto.

-Me a-sus-tas-te- casi lo fulmino con las palabras. El solo sonríe y parece que lleva mucho tiempo ahí.

-Perdón, es que te vi un poco molesta con la pobre- señala la maceta en cuestión y salta para venir a mi rescate. Trago fuerte, su cercanía me abruma.

-Gracias- solo puedo pronunciar. Y se sienta cerca, muy cerca, casi rosándome el brazo.

-¿Todo bien?- su pregunta hace que lo mire.
Solo asiento, lleva días sin aparecer.

-Bueno- lo veo dudar, ya sacó toda la etiqueta- me voy- me la extiende y temo romperla con la poca fuerza que empleó para recibirla.

-Mmm esperá- ya me estoy arrepintiendo -queres comer acá- pregunto rápida y atropelladamente.

Sus ojos se agrandan y creo ver un brillo especial. Asiente frenéticamente y se levanta para ayudarme.

No me gusta que me toque porque siento que me mareo con solo rozarlo. Me levanta con facilidad, su mano derecha está en mi antebrazo y su izquierda en mi espalda baja. Se siente bien.

Mientras el encuentra que comer lo observó desde atrás y quiero abrazarlo, me queman las yemas de los dedos por sentirlo. Me quedo en mi lugar en una semana me voy, necesito irme.

-Listo- dice, lo miro dudando porque no sé que preparó mientras lo admiraba.

Trae la fuente y veo los fideos que tanto me gustan con salsa roja y crema y como si lo estuviera intuyendo trae un boul con mucho queso rayado.
A veces me olvido que sabe a la perfección mis gustos y otras me enojo porque no sabe cómo interpretar mis emociones.

Comemos en silencio mirando uno de esos programas de bloopers que me hacen reír y comentar cada caída.

Lo miro y me acuerdo de la primera noche comiendo juntos, era más o menos igual, solo que la tensión se sentía diferente.

Parecemos amigos que nunca tuvieron nada más, me hace pensar que el se dio por vencido y yo estoy en el punto que no quiero ni puedo hacer un movimiento en falso.

Nos despedimos como hace meses atrás, un abrazo no correspondido, su sonrisa me dice que algo trama.

Me quedo sola contemplando el lugar que dejó vacío, como mi corazón.

El juicio fue ¿como definirlo? Raro, esa es la respuesta. Manuel parecía sacado del manicomio, que según los abogados lo eximia de la prision para ir a un instituto mental, cosa que no me parecía y por suerte fue a prision. En un arrebato de locura quiso acercarse a mí y cumplir su promesa. Un verdadero escándalo.

15 años, esos son los que va a pasar en prision, al parecer no era a la única que había sido acosada. Unas 4 chicas más contando a Victoria, la cual si esta embarazada de el, fueron hostigadas por el psicopata mi ex.

Ahora me preparo para viajar a Madrid y pasar 3 meses estudiando diseño para complementar mi carrera y trabajo. Ya tengo todo listo gracias a mi mamá y Sam que me hicieron la valija.

A veces parece que están más contentas que yo de que me vaya.

Estoy esperando el remis en el lobby del edificio, con estas dos cotorras que no paran de hablar y comentar todo. Miro mi pierna sin yeso, como extrañaba caminar normal y sin dolor.

El auto es conocido y el que baja más.

Theo.

No esperaba verlo acá hoy, tendría que estar trabajando.

-Hola- dice agitado- tengo que decirte algo-lo miro extrañada.

-¿Que?- infantil supongo pero que más da..

-Necesito una oportunidad, quiero que te vengas conmigo a la playa unos días, no te puedo dejar ir. Por favor.

-Theo...- no sé qué decir.

-Por favor, si no te gusta nos volvemos. Te amo tanto que no puedo dejarte ir. Me voy con vos sino.

-No se que decir- es la verdad estoy confundida.

-Hija, no te vas a poder ir a Madrid- dice sería.

-¿Porque?- ¿que es esto? ¿Chantaje?.

-Porque tu valija tiene solo bikinis, pareos y ojotas- se ríe Sam.

Miro a Theo, su fila de dientes me dice que esto lo tramaron los tres.

Vuelvo a mirar a mi mamá. Sam asiente con sus manos en señal de súplica.

-¿Que me decis? ¿Venis?- Theo extiende su mano.

-Si.

Un balcón entre tú y yo © TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora