Capítulo 33: ¿Que no te amaba?

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Lindo momento para que Samantha se haga la misteriosa, y yo acá muriéndome de la ansiedad por saber quién carajos es.

Parece que mi acosador no me siguió, ningún mensaje anónimo llego en los días que llevo en esta casa.

Vuelvo a mirar el celular y veo que no tengo señal...raro.

Me digo a mi misma que tengo que calmarme, desde que llego el mensaje mi corazón no para de latir desbocado. Tengo un leve presentimiento que no me va a gustar la respuesta.

Me levanto de la reposera y entro para ver si funciona el modem. Llego hasta el aparato y parece funcionar, lo desenchufo y vuelvo a enchufar, no soy ningún técnico en tecnología, pero si llamo seguro me van a decir que haga eso...

Vuelvo a sentarme en la reposera y retomo la lectura. El timbre suena y resoplo.

Miro por el monitor de quien se trata y veo que son dos oficiales de la policía.

-Buenos tardes- digo abriendo la puerta.

-Señorita Blackwood- dice cortésmente.

- ¿En que lo puedo ayudar? - digo ya algo paranoica, no todos los días viene la policía a la puerta de mi casa.

-Queríamos comentarle que respecto a la alarma activándose el otro día, sucedió lo mismo en otras casas cercanas. Queremos que esté alerta y nos llame inmediatamente si ve algo sospechoso- dice seriamente.

-Si oficial, cuente con ello- mis alarmas suenan en mi cabeza, estoy asustada. Decido sacar todas las cosas que llevé al patio y volver a mi habitación, cerrar todo con llave y no salir hasta que me sienta con más coraje para no sentirme observada.

Mientras levanto el libro, el sonido de un mensaje me alerta.

"Es Manuel, Mandy tené cuidado, lo busca la policía"

Me quedo paralizada, no puede ser. Dejo el celular en la mesita, miro a mi alrededor y ya estoy temblando. Esta anocheciendo, hace que mi visión se reduzca un poco.

Escucho ruido a hojas moviéndose y me altero, cuando doy vuelta lo veo materializarse a unos 5 metros de distancia. Temo moverme y que él lo haga y me lastime.

Sin pensarlo corro a la puerta para refugiarme en esta, mi cuerpo es detenido en plena acción, una mano me tapa la boca para que no grite desesperada.

No sé en que momento empecé a temer por mi vida, pero este presentimiento me dice que estoy acertada.

-No te muevas- su voz suena muy cerca de mi cara, su aliento es repugnante, se nota que hace días no cuida su higiene -no hagas ninguna tontería, si no queres terminar muerta...ahora- se ríe ante mi desespero.

Nos encamina a mi habitación, él la conoce perfectamente.

Mis ojos están empañados, veo borroso de tantas lágrimas.

-No llores, preciosa. Te van a salir arrugas- su mano quiere tocar mis mejillas, lo esquivo violentamente y parece que su rabia se intensifica. Su mano se traba en mi mandíbula -no hagas que me enoje.

Parece tener todo muy bien planeado, unas sogas salen de detrás de su espalda y sé que me quiere atar a algún lado.

-Por favor, Manuel- mi voz suplicante no lo conmueve ni un poco. Se acerca rápidamente y mis intentos de alejarme son nulos. Me tira contra el piso y me inmoviliza contra su cuerpo.

-Quieta- dice muy cerca de mi cara, lo miro con los ojos bien abiertos.

Sus manos atan mi boca y manos, pero por separado y cuando levanta mi cuerpo me desespero. Pataleo y grito un poco a través de la mordaza, a este paso ya estoy cansada de resistirme y tratar de luchar. Hasta que siento mis manos atadas a las barandas del balcón.

Un balcón entre tú y yo © TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora