Capítulo 4: Desconfío

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Me encontraba en mi nuevo hogar admirando desde la puerta lo lindo que era. Apenas entraba una televisión pantalla plana se encontraba en la pared con un juego de living. El sillón en forma de ele estaba segura que iba a ser mi segunda cama. Los 3 sillones en color gris perfectamente situados con muchos almohadones en colores verde agua, blanco y crema, hasta una mantita de terciopelo verde agua se encontraba en un respaldo. Por detrás del gran sillón se encontraba la mesa para 6 comensales. El centro de mesa combinaba perfecto con los almohadones del living, un florero con flores artificiales que si no te acercabas lo suficiente pasaban por naturales. Al lado del living estaba la puerta del baño y pegada a esa puerta estaba mi habitación que se abría con una puerta doble de vidrio biselado que se deslizaba. No era la habitación más grande que podía ocupar pero era perfecta para una persona como yo que tenía muchas cosas. La cama King size seguía la temática del living aunque un poco más claro, el cubre cama era blanco con detalles en verde agua y los almohadones haciendo juego, un placar grande con muchos cajones y un espejo de cuerpo completo en una esquina. La cocina a mi criterio era normal, servía para cocinar lo justo y necesario no para concursar en Master Chef. Y por ultimo ese balcón que me enamoró desde el primer momento que lo vi que por cierto se encontraba libre de botellas.

Me dio un poco de vergüenza salir al balcón, se encontraba mi vecino observando el paisaje yo estaba hecha una pordiosera y toda transpirada de tanto acomodar mis pertenencias. Creo que un momento se dio vuelta para ver que hacía o más bien se asomo demasiado porque escuche que maldecía por haberse golpeado con la baranda.

No se podía ver fácilmente el interior del departamento, estaba bastante alejado de la división de los balcones. Espero que no me haya visto en estas fachas.

Sam prometió quedarse a dormir uno de estos días. Quiere la visita guiada de mi nuevo hogar, más específicamente si mi vecino sale al balcón. Presiento que la voy a tener instalada todos los días.

La semana pasó rápido, vamos a decir la verdad un poco aburrida también. Hasta que....

El domingo vino temprano -digo temprano porque un domingo es pecado capital levantarse antes de la una del mediodía- mi amiguita Sam de visita/inquilina y se instaló.

Pasamos el día en pijamas con los pelos revueltos de estar sentadas/acostadas en los sillones comiendo golosinas, helados y pochoclos mirando películas de todos géneros disponibles.

-Siento que voy a explotar- dice Sam acostada en el sillón.

-Mmmm y  yo que de grande quería ser como vos, que comes como cerdo y no engordas un gramo y encima tenés ese cuerpazo- la miré fijo a punto de reírme.

-Eso sí que no, vos sos mas vieja que yo- exclamó y me tiro un almohadón que cayó de lleno en mi cara.

La guerra estaba declarada. Nos pasamos un buen rato tirándonos almohadones hasta que casi destruimos el centro de mesa. 

Ya era tarde y al otro día era lunes había que volver a la rutina. Dormimos en la misma cama con Sam creo entraban dos personas más de lo grande que era.

Me despierto asustada y miro el reloj despertador eran las 3 de la mañana las paredes retumbaban con música electrónica. Me sentía mareada.

-De donde viene esa música- preguntó Sam.

-Tiene que ser Theo, es el único vecino de este piso y el piso de arriba y abajo están desocupados- fruncí el seño y me levanté como expulsada por un cohete.

-Vamos a investigar que hace el energúmeno a esta hora con la música tan alta- le hice señas a Sam para que me siguiera.

Salimos a la puerta y era obvio que la música venia del departamento de al lado. Hasta estaba la puerta medio abierta.

Un balcón entre tú y yo © TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora