Obligaciones

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Durante el final de la tarde, Emma permaneció silenciosa, a pesar de las numerosas tentativas de Regina por comprender ese cambio de comportamiento y de intentar aligerar su humor. Sin embargo, nada consiguió, Emma se había cerrado y estaba como ausente. La alcaldesa no insistió más y dejo a la joven rubia tranquila durante el regreso a la casa y la cena. Una vez Henry en la cama, descorchó una botella de sidra y sirvió dos copas en silencio. Tendió una a Emma que estaba sentada pensativa en el sofá. Ella se sentó a su lado y la miró hasta que Emma alzó la mirada hacia ella.

Regina no quería presionarla, deseaba dejar que la joven prostituta se abriera a ella si lo encontraba necesario. Por supuesto, deseaba comprender lo que le pasaba, pero no quería forzar nada para no conmocionar a su amiga.

«Me gustaría hablar contigo ahora...en tu despacho...» comenzó Emma.

«Vale» respondió Regina con esperanzas.

«Con respecto al...beso...que me diste»

La alcaldesa enrojeció instantáneamente y tragó un gran sorbo de sidra.

«Sí, heu, yo...Yo...lo siento mucho, fue...totalmente inapropiado» dijo ella sin atreverse a cruzar su mirada

«Yo lo diría más bien...totalmente frustrante»

Regina se ahogó y la miró. Se dio cuenta de que la rubia enarbolaba una sonrisa ligeramente pícara y no pudo evitar tragar saliva con dificultad.

«Emma, no creo que sea una buena idea dejarse arrastrar por ese camino»

«¿Por qué?» respondió la rubia rozando su brazo.

La morena tembló ante el contacto antes de continuar.

«Tenemos...un contrato Emma, y no incluye sexo. Te aseguro que prefiero que lo mantengamos así, yo no me encuentro muy cómoda con todo lo que es carnal»

«Lo respeto, pero solo quiero que sepas que yo soy muy experta en eso. ¿No has pensado que yo puedo ayudarte con ello?»

Mientras hablaba, Emma se había levantado y se había dirigido a la cocina a fregar su copa. Al ver que no volvía, Regina fue hacia la cocina y se la encontró apoyada en el poyo. Parecía aguantar un peso enorme sobre sus hombros y miraba por la ventana con expresión grave.

«Emma, ¿qué ocurre para que parezcas tan inquieta? ¿Qué te perturba? ¿Es por culpa de mi beso? Lo siento, yo...»

«No, espera Regina, no tiene nada que ver contigo, te lo prometo. Después de tu beso, quise correr detrás de ti, pero recibí una llamada»

Emma no continuó y Regina se quedó en silencio un momento para dejarle tiempo para que pusiera su mente en orden.

«¿Quién te llamó Emma?» preguntó la morena, casi segura de la respuesta.

«Era...era un...un cliente»

«¿Qué le has dicho?»

«Que tenía un contrato de un mes y que no podía verle de momento»

«¿Por qué te ha puesto en este estado?»

«Es mi mejor cliente y el más difícil también. No soporta que le digan que no. En cuanto escuché su voz al otro lado del teléfono, supe que iba a tener problemas. Desea a toda costa verme mañana por la noche, estaba hecho una furia cuando le he dicho que no. Gritaba que si iba mañana, me dejaría el resto del mes, pero que si no iba...»

«¿Te ha amenazado? Puedo hacer que lo arresten»

«No, no, no lo hagas. No son amenazas realmente, es solo que después de nuestro contrato deberé volver a verlo y si rechazo su petición para mañana...Me lo va a hacer pagar»

Un contrato y sus consecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora