Tantas cosas que celebrar

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«Llévame a casa»

Emma la besó tiernamente y le abrió la puerta del lado del pasajero. Cerró galantemente la puerta y se sentó al volante. A penas el coche arrancó, tomó la mano de su novia y entrelazó sus dedos a los de ella. No dejaban de mirarse y sonreírse, asimilando poco a poco la noticia. Iban a convertirse en madres. En silencio, la joven morena deslizó su mano hasta el vientre de la conductora. Emma se estremeció, pero colocó su mano encima, entrelazando los dedos. Regina llevó su mano a la boca para besarla antes de volverla a dejar sobre su vientre, como si estuviera besando al bebé. El corazón de la rubia se saltó varios latidos al ver que su compañera deseaba a ese bebé a pesar de su concepción. A ella le estaba costando asimilar esa información, sus hormonas tomaban las riendas y apenas podía poner orden en sus pensamientos. Solo la presencia de su amada la mantenía en calma y confiada. Al llegar a casa, se sentaron en el sofá en silencio y la alcaldesa comenzó a besar su mejilla, después su cuello. Se sentía bien y lo suficientemente confiada para llevar las riendas, y por eso gruñó ligeramente cuando la rubia rechazó amablemente sus avances.

«¿Emma?» gruñó Regina frustrada

«Gina, acabamos de salir de la ginecóloga que nos ha dicho que tenemos que evitar esto. Yo podría estar infectada e infectarte»

«Pero tengo muchas ganas, han pasado muchas cosas que hay que celebrar. Y no sé por qué, pero sé que no tienes nada»

«Sí, pero ¿y si, Regina? Nunca me lo perdonaría»

«Ok, mi amor. Ok» dijo Regina acurrucándose contra ella sobre el sofá.

«Tú...» comenzó Emma insegura «¿Lo piensas de verdad? ¿Que hay...algo que celebrar?»

Regina la miró en silencio y sonrió, puso su cabeza en sus muslos y elevó su camiseta para dejar desnudo su vientre aún plano. Se inclinó para besarla por encima del ombligo e inspiró.

«Buenos días, pequeñín, me voy a presentar oficialmente, soy Regina, tu segunda mamá. Perdóname por no hablarte hasta hoy, hace tiempo que me escuchas a tu alrededor, pero no sabíamos que estabas ahí hasta hoy, escondido. ¿Puedes decirle a tu mamá que estoy feliz de que estés ahí, bien acurrucado en su vientre calentito y suave? Porque a mí no quiere creerme»

«Deseo a este bebé»

Regina no respondió, comprendió que su compañera lo decía más por ella misma, dando voz a su deseo para volverlo más real y más concreto.

«¿Y si él está enfermo?»

«Sabremos más después de la amniocentesis, Ruby ha dicho que todo parecía normal»

«He continuado bebiendo alcohol durante estos cuatro meses. ¿Y si he dañado su cerebro o qué sé yo?»

«No sirve de nada mentirse, es una posibilidad, pero honestamente lo dudo. Si hubiera habido un problema más grave, Ruby lo habría visto. Vamos a hacer todo correctamente a partir de ahora, te vas a tomar un montón de vitaminas pre natales, vas a ir a las citas mensuales con Ruby que va a seguir tu embarazo. Vamos a prepararle una habitación, comprar todo lo necesario. Tengo las cosas de Henry, podemos reutilizarlas o comprar todo nuevo, como tú prefieras. Y yo estaré aquí, a tu lado, en cada paso. Si hay dificultades, las viviremos juntas, y disfrutaremos de la felicidad que es la llegada de un bebé»

«Es tranquilizador» murmuró la rubia

«¿Qué?»

«Que ya hayas vivido todo esto, me calma»

«Es mi turno para ser el soporte. Te amo tanto, me muero de impaciencia por contárselo a Henry»

«¿Quieres decírselo de un golpe?»

Un contrato y sus consecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora