Después de la tormenta, la calma

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Emma y Regina estaban tranquilamente echadas en su cama acariciándose en silencio. El fin de la jornada había sido estresante, la policía había llegado, ellas habían hechos sus declaraciones, y los padres de Regina habían sido detenidos. Sabían que les aguardaba un largo y fastidioso proceso, pero sabían que las cosas ahora iban a ir a mejor. Ya en casa, Regina le había explicado a Henry que ya no tenían nada que temer, y después la tarde había pasado tranquilamente. Una vez que Henry se fue a la cama, Regina se disculpó y también se retiró, dejando a Emma con David y Mary Margaret.

«No tienes que quedarte con nosotros, Emma» comenzó su amiga «Sabemos que el día ha sido duro en emociones y que deseas estar a su lado»

«¿No os importa?»

«Claro que no» respondió David sonriendo «Mary Margaret y yo vamos a ver una película tranquilos, ve con ella»

«Gracias» respondió la rubia besándolos.

Apenas entró en la habitación, escuchó los sollozos de su compañera. Se precipitó a su lado y la tomó en sus brazos. Regina se acurrucó contra ella llorando amargamente. Se calmó después de una hora, el rostro enterrado en el cuello de su compañera.

«Te amo Emma»

«Yo también te amo, mi Gina»

«Todavía no me creo que vaya a pagar por lo que me ha hecho. No logro creer que haya sido capaz de hacerme lo que me hizo. Me violaron, pero para ella solo fue un "episodio". ¿Cómo se puede uno reconstruir en medio de todo esto? ¿Cómo puedes tú amar al producto de gente como ellos?»

«Solo son tus progenitores, Gina, desde el día en que saliste del vientre de tu madre, eres una persona independiente. No somos nuestros padres, nos construimos con o a pesar de ellos. Eres una madre formidable, una mujer increíble, una alcaldesa competente y una compañera perfecta. No eres malvada, no eres cobarde, no eres cruel, no eres sumisa, y no eres ni tu madre ni tu padre. Eres la madre de Henry y mi enamorada, eso es lo que cuenta»

«Hazme el amor Emma Swan. Hazme descubrir todo lo que todavía ignoro, por favor» dijo ella con lágrimas en los ojos, el corazón desbordando amor.

Emma la desvistió muy lentamente y le susurró al oído muy sensualmente

«No te muevas, mi amor, espérame, no tardaré»

Tras decir esto, la joven rubia corrió hacía el vestidor. Regina esperó con paciencia algunos minutos, pero ya no lo soportaba más.

«¿Emma? Emma, ¿qué haces...oh, Dios mío» exclamó riendo

Emma acababa de aparecer en el umbral de la puerta vestida con un uniforme de criada super sexy. Estaba alzada sobre unos inmensos tacones de aguja, un corsé negro atado con cintas blancas que realzaban sus pechos. Llevaba en su mano un plumero rosado y enarbolaba una expresión indolente como si esa ropa fuera completamente normal. Sonrió y se lamió los labios.

«Gina, si tienes el más mínimo problema con esto, me lo dices y me cambio, no me lo tomaré a mal. No quiero que tú...»

«No, no» respondió la alcaldesa con la voz grave debido a su repentina excitación «Continúa»

Emma la miró con expresión depredadora y se mordió el labio inferior.

«Señora alcaldesa, creo que en ese cuarto hay mucho polvo del que me voy a ocupar inmediatamente» dijo ella colocándose delante de un mueble.

Se estiró completamente para alcanzar la parte alta del mueble con su plumero, haciendo que la micro falda se subiese desvelando la casi totalidad de sus nalgas. Regina se echó a reír medio escondiéndose bajo las sábanas, con un ojo siempre puesto en su compañera. Emma se sentía cómoda con su cuerpo y su vestimenta, esa soltura hinchaba el corazón de la morena. Estaba maravillada ante lo que le estaba haciendo descubrir. Antes de ella, Regina nunca había imaginado tomar parte en un juego pícaro, y he aquí que la bella rubia interpretaba a una sexy criada solo para darle placer.

Un contrato y sus consecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora