Presentaciones

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Emma dormía, Henry pegado a ella, hundido igualmente en un profundo sueño, Regina acunaba a Anna en un sillón al lado de ellos cuando Mary Margaret entró en la habitación del hospital.

«Buenos días Mary» susurró la alcaldesa al verla entrar, moviéndose lo menos posible para no despertar a su bebé.

«Hey» susurró la maestra en el mismo tono «Toda la pequeña familia duerme»

Ella avanzó de forma natural y besó a la morena en la frente, que sintió su corazón henchirse de alegría al ver que la joven le demostraba su afección cada día de forma más natural.

«¿Todo bien?»

Regina asintió sonriéndole.

«Anna aún no ha querido mamar, pero la comadrona dice que es normal, que ya llegará»

«Ok, si es normal, entonces está bien»

La alcaldesa se levantó y colocó a su hija al lado de su madre dormida, en la cama. Tomó su teléfono e inmortalizó el momento, sus tres amores durmiendo profundamente juntos. Al clic de la cámara, Emma abrió despacio los ojos y miró a su mujer volver a coger a Anna en sus brazos.

«¿He estado durmiendo mucho tiempo?» dijo con la voz ronca.

«Una hora y media apenas»

Unos minutos después, la comadrona entraba en la habitación, anunciando que era hora de volver a probar el apetito de Anna que se había despertado. Emma se enderezó para sentarse en la cama y Henry, aún adormilado, se sentó a su lado para estar en primera fila en la comida de la princesa. La joven lo miró, después a su compañera, con una mano sobre el botón de su camisa sin atreverse a abrirla.

«Henry no tiene ningún problema con eso, eres su mami, no se impresionará al ver tus pechos»

«¿Debo marcharme?» preguntó el niño «Solo querría ver cómo come un bebé»

«Bebe la leche que sale del pecho de mami» dijo Mary Margaret sencillamente.

Henry hizo una mueca de asco, pero se quedó, demasiado curioso de asistir a ese nuevo ritual.

«Pero, ¿te dolerá?»

«Espero que no» respondió Emma

«Puede que al principio te duela, pero pasará» dijo Regina

«¿Yo te hacía daño?»

«Un poco, tenías un apetito voraz» dijo ella despeinándole el pelo, haciéndole reír a carcajadas.

Emma desabotonó finalmente su camisa de hospital y se preparó para acoger a Anna, miró al pequeño moreno a su lado y se tranquilizó al ver que él no tenía ojos sino para su hermanita en los brazos de la comadrona.

«En efecto...» dijo Mary Margaret «Muy equilibrado ese chico, todo lo contrario que su mamá»

La rubia miró a su amiga perpleja y comprendió finalmente a dónde quería llegar, su compañera tenía los ojos puestos en su pecho y no parecía haberse dado cuenta.

«¿Eh, qué?» preguntó la morena al comprender que hablaban de ella e inmediatamente desvió la mirada.

«Te amo» dijo Emma sonriéndole maliciosamente.

Ella frunció el ceño y enrojeció al ver que todo el mundo la había pillado.

«Yo...no...yo...no estaba mirando, yo...solo quería ver si Anna aceptaba el pecho, es todo» se sentó en el sillón, roja como un tomate y mortificada.

Un contrato y sus consecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora