Bienvenida entre nosotros bebé Swan

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Hacía apenas dos días que se habían dicho el sí. Dos días que se habían pasado casi en la cama. Henry estaba con Mary Margaret y David que se lo habían llevado de camping, para ofrecerles a las mujeres algo parecido a una luna de miel. No había querido hacer nada en especial, porque Regina y su hijo no estaban preparados para estar tanto tiempo separados. La situación también convenía a Emma que prefería esperar a que Anna naciese, a que todo se estabilizara y poder ofrecerle a su mujer la luna de miel de sus sueños.

Después de un enésimo grito de placer al comienzo de esa tarde, Regina cayó sudada sobre su mujer después de un delicioso momento de éxtasis practicando la postura de la tijera. Se apartó a un lado, para no aplastar su vientre y hundió su cabeza entre sus pechos riendo, completamente sin respiración.

«Ahhh, mi amor. Ahhh» Emma intentaba recobrar un ritmo respiratorio normal entre sus jadeos y sus risas «Mi amor, habrá que...habrá que...ahhh. Habrá que salir de la cama»

Regina tragó saliva antes de besarla apasionadamente, una mano sobre su mejilla.

«O...continuamos en la cama...haciendo el amor»

«Tenemos que comer»

«Comimos una pizza anoche» dijo la alcaldesa lamiendo la fina cama de sudor entre los pechos de la rubia.

«Hmmm, sí» dijo Emma acordándose con diversión de la mirada del joven repartidor cuando le había abierto vestida solamente con una bata de seda, los cabellos despeinados y un olor, revelador del maratón de sexo, invadiendo toda la casa «Pero te recuerdo que si tú comes por una, yo lo hago por dos, y Anna ya se está quejando por haberse saltado su desayuno»

«Oh...Perdón mi ratoncito» se excusó la alcaldesa acariciando su vientre «Mamá va inmediatamente a buscar algo para hacerse perdonar»

Tras decir eso, se levantó y regresó diez minutos más tarde con una bandeja cargada de fruta, tostadas y mermelada. Comenzó a alimentar a su compañera con un poco de todo, divirtiéndose quitándole, a veces, el bocado justo cuando se lo iba a meter en la boca.

«Espero que recuperes fuerzas, mi mujercita, porque hay aún dos o tres cosas que me gustaría hacer con tu cuerpo»

«Eres insaciable» dijo ella acercándose «Y me gusta eso»

Suficientemente repuesta, cogió la bandeja, la dejó en el suelo y atrapó las piernas de la morena para hacerla caer hacia atrás de un tirón.

«Te apetece no abandonar la cama durante 48 horas más, ¿no es verdad?»

Regina asintió sonriendo

«Antes de ti, nunca tuve a nadie con quien quisiera hacer esto»

«¿Tampoco lo has hecho nunca?» preguntó la morena con los ojos brillantes de la alegría al saber que estaban descubriendo esa experiencia juntas por primera vez.

«No, aunque he tenido buenas experiencias, compañeras sinceras, nunca he estado más de una noche y una mañana. Después tenía la sensación de haber perdido mi día»

«¿Y conmigo?» preguntó ella moviéndose sinuosamente sobre ella.

«Contigo no conozco mejor forma de pasar mi día»

«Dilo otra vez» murmuró la alcaldesa

Emma comprendió inmediatamente lo que ella quería y sonrió llevando su mano a su intimidad, pegó su boca a su oído y dijo en su susurro.

«La amo Señora Swan»

Regina gruñó de placer

«Otra vez»

Un contrato y sus consecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora