Adaptación

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«Bueno, ya han pasado las dos horas, vamos a verla» dijo Emma cuando su compañera hubo acabado de preparar las cosas.

«¿Estás segura? Quizás si no baja es porque...»

«Hay tres posibilidades, se ha encerrado y se niega a bajar porque no quiere abrirse a nosotras, está asustada ante la idea de bajar porque todo le es desconocido o no sabe cómo actuar. En los tres casos, somos nosotras las adultas, nos toca mostrarle que no tiene por qué tener miedo, tenemos que tranquilizarla, y guiarla para se abra»

«Ok» dijo Regina quitándose el delantal y preparándose para seguirla.

«¿Qué? ¿Eso es todo?» preguntó Emma incrédula

«¿Cómo que si es todo?»

«¿No insistes? ¿No me dices lo que es mejor hacer según tu opinión, más reflexiva y sutil que mis métodos de cow boy? ¿No me argumentas para mostrarme que tienes razón en tu forma de actuar?»

«Oh, Emma, para con eso, te traté de cow boy solo una vez, hace dos años y ¿todavía no lo has asumido? Conducías demasiado rápido y tenía miedo...Te pedí perdón»

«Y después de dos años, corres en cuanto bromeo con eso. Es demasiado encantador» dijo ella pinchándola

«Eres tonta, y sabes que en cuanto a Elisabeth es normal que me deje guiar completamente por ti, estás tan segura de ti misma. Ella eres tú, vosotras...Tú puedes comprenderla»

«Entonces...¿Es eso tener la última palabra?» dijo Emma con expresión soñadora, ganándose un golpe por parte de su mujer «Había olvidado el efecto que tenía» continuó ella como si nada.

«Sí, bien...no le tomes tanto gusto, nuestros años de matrimonio han probado una cosa...siempre tengo razón»

«A mí me han probado sobre todo que si recibo nuestros ejercicios nocturnos, tengo todo el interés en dejar que lo creas»

Regina se giró hacia ella con una gran sonrisa en la que se mezclaban diversión y asombro.

«Miss Swan, ¿cómo se atreve?»

«Amo demasiado tu cuerpo, es mi debilidad»

«Siempre tengo razón, eso es un hecho»

«Por supuesto mi amor» dijo Emma con falsa hipocresía sobreactuada «¿Qué? De todas maneras sé que esta noche no haremos nada, ni en buena parte de la semana que viene a causa de la llegada de Elisabeth»

«Sabes bien que soy capaz de no hacer nada durante más de ocho meses, no tientes a tu suerte, mi amor» dijo ella comenzando a subir las escaleras.

«Sí» dio ella siguiéndola «Después de Leopold no hiciste nada en ocho meses...¿Debo recordarte que conmigo estabas cerca de la explosión hormonal tres meses después del nacimiento de Anna? ¿Y quién, no hace más de un mes, me montó un numerito porque yo llegaba tan destrozada del trabajo que no la toqué en diez escasos días?»

«...Tocada» confesó Regina dulcemente «Pero no es el tema, vamos a ver a Elisabeth»

«Mala perdedora» la picó la rubia mientras tocaban a la puerta.

«Entren» escucharon

Inmediatamente concentradas en la pequeña, las dos mujeres entraron despacio en la habitación.

«¿Te gusta tu habitación?» preguntó Emma al ver a la pequeña pelirroja sentada en el borde de la cama.

«Oh, sí señora»

Un contrato y sus consecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora