Llamo a Emma Swan al estrado

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Regina se levantó para salir de la sala de audiencia y agradeció con una sonrisa a su novia que la sujetaba. A penas podía contener sus lágrimas, sus emociones estaban al rojo vivo, se sentía traicionada, pisoteada por la vida y anestesiada. Lo único a lo que se agarraba era Emma. Ella levantó sus ojos hacia ella y observó su rostro mientas que la rubia miraba hacia delante, amenazando con la mirada a cualquiera que deseara acercarse a la alcaldesa.

Una mirada externa no podría dejar de ver la adoración en la mirada de la morena y la determinación protectora de la rubia. Para Regina, Emma era lo único en lo que en ese instante quería concentrarse.

«Regina» dijo una voz tímida detrás de ellas.

Se dieron la vuelta y vieron a Ashley que se trituraba nerviosamente los dedos.

«¿Podemos hablar?»

Regina abrió la boca varias veces sin logar articular sonido. Temblaba y su compañera decidió tomar las riendas.

«Hoy no señorita. Después del juicio, cuando y si ella se siente preparada Regina la llamará. Le agradecemos muy sinceramente por su testimonio, representa mucho para ella tanto como para mí. Ahora solo deseamos una cosa, ir a ver a nuestro hijo lo más rápido posible»

«Vuestro...oh sí, yo...Entonces en otro momento» dijo la joven antes de alejarse.

Ellas se dirigieron hacia la salida y se detuvieron al ver una muchedumbre de periodistas que las esperaba micrófonos y cámaras en ristre.

«¿Quieres que te cubra con mi abrigo?»

«No» dijo Regina con la voz ronca de haber llorado «No tenemos nada de lo que escondernos, no les daré esa satisfacción»

Se enderezó, más hermosa y regia que nunca y se aferró a su compañera.

«No me dejes caer»

«Nunca» respondió la rubia pasando un brazo alrededor de su cintura firmemente «Ni bajando los escalones, ni a lo largo de nuestra vida»

Inspiraron profundamente mientras abrían las puertas y se sentían avasalladas por la algarabía que reinaba.

«Señora Alcaldesa, señora Alcaldesa» gritaban todos para llamar su atención.

«¿Qué pena desea para su madre?»

«¿Cómo ha sido su encuentro con ella?»

«¿Henry va a testificar?»

«Su madre pide un cara a cara, ¿qué piensa a hacer?»

Las dos mujeres avanzaban, ignorándolos, David y Mary Margaret las ayudaban a atravesar la muchedumbre para alcanzar rápido el coche que Ruby había acercado lo máximo posible.

«¿Qué ha sentido al ver a su madre ante el tribunal?»

La sangre de Emma se heló al escuchar aquella pregunta, sintió a su novia tensarse todavía más y temió que la situación se le escapase de las manos. Retuvo su respiración cuando Regina cruzó la mirada del desgraciado periodista. La alcaldesa alzó el mentón, mirándolo desde arriba y lo fusiló con la mirada. El joven se quedó sin palabras, balbuceando como un adolescente pillado haciendo una falta, su micrófono tendido delante de él. Ella aumentó su agarre sobre la rubia y logró apretarse más contra ella. Emma abrió la puerta trasera y la hizo subir, siguiéndola inmediatamente. David subió delante y Mary Margaret dio la vuelta rápidamente para subir detrás de Ruby. A penas las puertas cerradas, todos se sintieron aliviados de que el murmullo de los periodistas quedase amortiguado. La joven ginecóloga arrancó, abriéndose paso con dificultad, haciendo rugir el motor para disuadir a los curiosos que se acercaban.

Un contrato y sus consecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora