Una felicidad bien merecida

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«Felicidades señoras, vais a tener una hermosa niña»

«¿Una hermanita?» preguntó tímidamente Henry

«Sí, Henry» respondió Ruby al ver que sus amigas se estaban mirando, sin haber escuchado la pregunta del niño.

«Pero...una chica no juega al fútbol» dijo él desolado.

Las tres mujeres se echaron a reír al escucharlo.

«Depende de cuáles, yo jugaba cuando podía» confesó Emma.

«Pero las chicas en la escuela son tontas, ellas quieren jugar a ser princesas y nosotros debemos hacer lo que ellas dicen, quieren dar besos cuando es asqueroso. Y cuando jugamos el fútbol, dicen que somos malos. No vale, una chica no juega a Zelda, bueno, salvo mamá»

«¿Tú juegas a Zelda?» preguntó Emma

«No, yo...sí, en fin juego por Henry»

«¿Ah sí? ¿Y por qué nunca me devuelves el mando?»

«Te desbloqueo cuando no logras avanzar» se justificó la alcaldesa

«¿Durante dos horas?»

«Yo...no yo...bueno, fuiste tú quien quisiste que jugara contigo, no es mi culpa si me gustó» dijo molesta al ser descubierta.

«Lo sé, pero puedes al menos confesarlo»

«Eres demasiado encantadora» dijo Emma al escucharla refunfuñar de exasperación

«Mira quién fue a hablar» dijo ella, provocando las risas de su compañera.

Regina le golpeó el hombro y se giró hacia su hijo

«En serio Henry, ¿te ha desilusionado saber que tendrás una hermanita?»

«No, pero ¿jugará conmigo?»

«Por supuesto, te va a adorar, y se pegará a ti porque serás su hermano mayor guay y adorado. Querrá jugar contigo porque es tu hermana, y cuando ella crezca, estarás ahí para protegerla, la ayudarás a crecer, le enseñaras los trucos para convencer a Emma cuando yo diga que no a algo. Tendrás la misión de amenazar a los chicos o chicas que le ronden, y cuando ella tenga a alguien, la ayudarás a que nos lo presente y que evite los errores que harían que nosotras tuviéramos ganas de matarlo»

Henry se echó a reír y puso su mano sobre el vientre de la rubia.

«Tienes razón, de hecho, es guay una chica»

«¿Crees de verdad que ellos podrán convencerme cuando tú digas no?» preguntó Emma

Regina no respondió y se conformó con levantar una ceja con expresión cómplice.

«Ya...» concedió la rubia «Es verdad. Bueno, vamos a tener una niña»

«Una pequeñina»

«Una mini Emma»

«Ella va a poder obtener todo de ti» dijo divertida la rubia

«Como su madre» dijo ella inclinándose para besarla.

«Entonces, ¿puedo tener una noche de creps?»

«Noche de creps tendrás» dijo ella en voz bastante alta para que su hijo escuchara.

«¡Guay!»

«¿Con jamón, queso de cabra, miel, tocino, huevos, Nutella, mantequilla de cacahuete, mermelada de fresa, limón...?»

«Oh, calma, calma, tendrás todo lo que te apetezca, pero para, nuestro hijo tendrá un coma diabético solo de escucharte» dijo ella mirando al niño cuyos ojos estaban desorbitados.

Un contrato y sus consecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora