De regreso a Hogwarts

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El sol fatigaba inclemente desde por la mañana, el sudor hacía que sus ropas de pegaran a su cuerpo y las sábanas se empaparan, las cigarras no callaban... El verano no le gustaba a Remus, y mucho menos ese. Se sentía ansioso de volver a Hogwarts, no de ir a la casa de James, no, ese verano era muy diferente a los anteriores, quería volver al colegio para encontrarse con Severus.

Por una parte tenía miedo de que el Slytherin hubiese cambiado de opinión sobre él, dos meses y la distancia hacían pensar a cualquiera y replantearse las cosas detenidamente, Remus lo sabía bien, él también había tenido mucho tiempo para pensar durante ese primer mes, y también había tenido mucho tiempo para leer.

Las primeras semanas que pasó encerrado en su casa se las pasó leyendo todo lo que pudo encontrar sobre la licantropía; libros, artículos, folletos del ministerio... Cualquier cosa, todo aquello que durante años había evitado, pero ahora tenía un buen motivo, algo que lo había impulsado a ser consciente de que su condición no sólo se limitaba a mutar durante la luna llena para transformarse en una bestia, y la investigación dio sus frutos. Descubrió demasiado a decir verdad, pero al menos ya sabía lo que le había ocurrido a él, concretamente, durante ese beso con Severus que lo cegó por completo. La respuesta no podía ser mas simple aunque así no lo hubiese querido, incluso se sintió algo estúpido: Todo se debía a que su naturaleza animal también reaccionaba ante impulsos sexuales.

Estos, por definición, al parecer solían ser mucho mas fuertes que en los humanos corrientes y también se mostraban con mas facilidad si el licántropo en cuestión era tratado con la Poción Matalobos (si el lobo no era "liberado" en su totalidad en luna llena, diferentes situaciones incómodas, frustrantes, tensas... y un largo etc, podían hacer que se manifestase tal como lo haría durante los dos días anteriores y posteriores a la luna llena), al parecer era un efecto secundario. Lo que significaba, que en determinados momentos de estrés-excitación Remus podía llegar a perder el control.

También encontró un apartado en uno de los libros, un apartado que llamó su atención pero prefirió no leer: Sexo con un licántropo y medidas de precaución a tener en cuenta.

¿Qué dirían sus padres si lo pillaran leyendo algo así? Bastante tenían ya con que su hijo fuera un licántropo y todo lo que ello había implicado; cambios de casa constantes hasta que Remus entró en Hogwarts, asegurar el sótano para las noches de luna llena, la alacena llena de la carísima esencia de díctamo... No quería que se preocupasen también por esos temas, pero... de repente, a él si le importaba ese tema.

Muchas veces despertó en mitad de la noche con una potente erección tras un sueño húmedo, pero esos sueños habían cambiado, ya no eran los sueños inocentes que acostumbrara, de repente tenían un protagonista: Severus. Soñaba con sus besos, que se atrevía a desnudarlo y que ambos se acariciaban, que descendía a la entrepierna del muchacho y la degustaba mientras los sonidos llenaban esa habitación de Slytherin... Cuando despertaba su respiración era tan agitada y ruidosa que tenía que presionar la cara contra la almohada, y, evidentemente, no podía resistirse a masturbarse rememorando esos sueños. Nunca antes había tenido orgasmos tan placenteros e intensos, aunque tampoco había sentido tal excitación hasta entonces. Pero era mucho más que todo eso, muchísimo más. Severus le atraía, le gustaba como nadie jamás le había gustado, le hacía sentir cosas desconocidas, despertaba en Remus emociones e impulsos muy fuertes, demasiado fuertes.

Gran parte de ese verano también lo invirtió en pensar si sería correcto o no enviarle una carta, y el tiempo pasó, de pronto ya estaba pasando esas dos últimas semanas de vacaciones en casa de James, donde entre éste y Sirius no tenía ni un minuto para pensar, pero un día se escondió en ático de la casa, ahí donde sólo se escuchaba a los ratones y sus casi inaudibles correteos, y el viento recorriendo la estancia. Un lugar tan oscuro, tan silencioso... era el tipo de lugar que le hubiese gustado a Severus, de no ser porque era la casa de James, claro. Que idiotez pensar algo así, pero no pudo evitarlo.

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