Miedos que se hacen realidad

2.4K 286 58
                                    

Hacía mucho que no actualizaba 192 lunas XD Bueno, ahora, definitivamente, puedo decir que he dejado el pasado atrás ^^ 

No es un capítulo agradable, así que disculpad las faltas ortográficas. Prometo corregirlo lo antes que pueda, pero antes, voy a ponerme a escribir el siguiente cap de este fic. Ha llegado la hora de darle el final que merece.

[CORREGIDO]



A pesar de la hora, los fantasmas seguían de fiesta en Hogwarts y algunos alumnos deambulaban por los pasillos más oscuros, Halloween era una noche muy especial. Severus se había enterado de que al marcharse Remus y los demás, otros habían tomado el relevo y habían comenzado una tradición; contaban cuentos de terror para los alumnos de primero y segundo, con disfraces y efectos de niebla creados con la varita. Parecía que allí donde pretendiera esconderse, el nuevo profesor de pociones era acosado por el dulce recuerdo del licántropo.

Al pensar en esos días que, incluso al estar en Hogwarts, le parecían lejanos, no podía distinguir la falsedad en ninguna de las palabras de Remus, ni tampoco en sus acciones. Le costaba creer que todo hubiera sido mentira, que todo fuera producto de una cruel broma, para Severus todo fue real, cada susurró, cada caricia, los momentos de temor de Remus, todo...

Pero como quien dice, se consolaba en la sugestión de creer eso para no sentir el rencor al recordarlo todo, y, a pesar del odio, le resultó imposible deshacerse de las cartas que se habían enviado y los regalos que el Gryffindor le había hecho. Sólo los había guardado de modo que no pudiera verlos ni siquiera por equivocación, pero sabía que estaban ahí, recordaba cada letra y cada sentimiento que había despertado en él.

Mientras vagaba haciendo la ronda, Severus se preguntaba cómo una persona era capaz de fingir amor. O él era muy ingenuo o Remus muy buen actor, puede que ambas cosas. Durante ese leve tiempo que llevaba bajo las órdenes de Dumbedore luchando contra personas que no hace mucho consideraba aliados, Severus había visto a innumerables parejas profesándose amor en Hogwarts; algunos con intenciones bastante claras y que nada tenían que ver con los sentimientos, sino más bien con cuestiones físicas; otros, en cambio...

La guerra había despertado el miedo de ver a quienes amamos muertos, las batallas, cada vez más cruentas, arrebataban vidas, los amantes confesos se casaban en secreto, huían para formar una familia al temer que su tiempo se esfumara entre duelos, entre el miedo y la incertidumbre. Voldemort había dejado a un lado cualquier clemencia, Crouch había hecho igual, la guerra era entre dos egos y por delante los soldados de ambos bandos dejaban familias destrozadas en pos de lo que creían justo.

Severus se detuvo, justo había ido a topar con una de esas parejas, una chica de Ravenclaw y un chico de Gryffindor que siempre andaban acaramelados. Severus los había espiado, eran muy tiernos, siempre sonrojados y tímidos uno con la otra, tartamudeando adorablemente de lo nerviosos que se ponían al verse. El profesor de pociones suponía que ni siquiera habían llegado a los besos, pero esa noche fue la noche. Allí estaban, sofocados y ruborizados, abrazados, escondidos contra una esquina, besándose apasionadamente, tan abstraídos que no eran conscientes de nada más, ni tan siquiera del par de ojos que los observaba desde las sombras.

Como profesor estaba obligado a amonestarlos por andar en los pasillos a esas horas, pero no hizo nada, simplemente desvió la mirada y siguió su camino a las mazmorras. Para qué interponerse entre los amantes, nadie se interpuso entre él y Remus, Severus no iba a evitarle a nadie sufrir el desamor. En cierto modo consideraba que su resentimiento no iba dirigido sólo Remus, sino al mundo, sentía que le debía algo, que la vida que había llevaba no era satisfactoria y cuando parecía serlo se daba de bruces. El mundo es injusto, como quien dice.

192 LunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora