En las garras del Lobo

3.2K 364 58
                                    

Creía que no iba a poder actualizar hoy XD Pero aquí estoy con este cap sin corregir... al cual mañana le echaré el acostumbrado vistazo XD

Por ahora no os entretengo más e.e Nos vemos en las notas de abajo ^^



Las dos veces que había despertado en la casa de los gritos después de una transformación ese último curso que pasaría en Hogwarts no habían sido ni por asomo parecidas a las que recordaba. No es que el lobo no se hiriera para aliviar su frustración, eso no había cambiado, lo que sí lo había echo era en cantidad y gravedad; los arañazos y mordiscos eran menos numerosos, pero profundos y dolorosos, la bestia también echaba de menos a Severus y se lo hacía pagar de la única manera que podía. Muchas veces intentó Remus recordar lo que hacía ese tipo de noches cuando el lobo se apoderaba de él al llamado de la luna, nunca obtuvo lo que quiso, ahora, al cerrar los ojos juraba oírse gruñir y gimotear rememorando el olor de la sangre de ese muchacho por el que su corazón, tanto humano como animal, se estremecía en el dolor de su pérdida. También recordaba haberse acercado al lugar donde la sangre de Severus fue derramada, veía sus zarpas escarbando con ansiedad en la madera que había absorbido la sangre...

Esas dos veces no aceptó la ayuda de Sirius, el muchacho quería disculparse así por la manera en que lo había increpado, pero Remus no estaba preparado ni mentalizado para perdonarlo, aun si no entendía porqué lo había molestado el comentario. Pero no era la razón de que no aceptara que lo ayudase a entrar en la bañera para lavar sus heridas y administrarle el Díctamo, la verdadera razón que tenía Remus para no dejar a Sirius ayudarlo, era que el dolor físico mantenía su mente ocupada de lo que realmente le hacía daño.

- Parece que se está curando bien – suspiró Sirius examinando cuidadosamente un enorme tajo todavía abierto en el pecho de Remus – ¿Qué tal el de la pierna? – el muchacho se levantó de la cama y se bajó los pantalones – Han pasado tres semanas y no parece que empiece a curarse... – cierto, porque Remus no dejaba que esa herida sanara, era una que podía ocultar fácilmente y la abría cada vez que empezaba a formarse carne nueva – Deja que vaya a por el Díctamo, sólo para ésta.

Y así quitarle la única vía que tenía su mente de escapar...

- No.

- ¿Por qué eres tan cabezota? – espetó Sirius.

- Porque es una simple herida – respondió Remus – Ya sanará.

- Podría infectarse, ¿sabes? – replicó Canuto – Si no quieres que lo haga yo... Al menos ve a Pomfrey.

Con gusto habría ido para hacer que Sirius lo dejara en paz, pero ella se hubiera percatado rápidamente de que la herida era abierta una y otra vez. Con toda seguridad malinterpretaría la situación, todos lo harían, porque Pomfrey no dudaría un instante en avisar a Dumbledore y éste escribiría a sus padres informándoles de lo sucedido... Desde luego no podía negar que dañarse para mantenerse controlado y no pensar en Severus era lo más extraño que había hecho jamás, pero no era tan grave como lo pintarían los demás.

- ¿Te callarás la maldita boca si dejo que me eches el Díctamo? – cuestionó harto.

No estaba acostumbrado a usar un tono tan desagradable con sus amigos ni éstos lo estaban a escuchar a Remus dirigirse así a ellos, ni a nadie... Se ponía en evidencia solo, pero a decir verdad ya no le importaba. Se limitaba a esperar la luna llena y mientras a soportar los tediosos días que eran menos pesados y molestos si a mitad de la noche, una vez que James, Sirius y Peter caían dormidos, se escabullía al baño de prefectos del quinto piso para visitar a La Sirena. Ella no le hacía preguntas, no lo hostigaba, no lo compadecía ni quería darle consejos, simplemente expresaba su felicidad al verlo.

192 LunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora