Desconexión

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Siento mucho la espera ^^


La inquietud se cernía cada vez más, Crouch, a pesar de ser despiadado, no estaba más cerca de ganar la guerra, ni tampoco lo estaba Dumbledore. El ministerio no caería mientras Crouch siguiera con vida, pero Voldemort les llevaba mucha ventaba, muchas familias habían decidido huir o esconderse, la mayoría de sus amigos entre ellos, pues había un topo infiltrado en la Orden del Fénix, era un hecho, no había otra explicación a cómo Voldemort se enteraba de todos los planes de Dumbledore; se señalaban entre ellos, habían creado grupos, murmuraban, las miradas lo decían todo, sospechaban de Remus desde que se opuso a la búsqueda y captura de Severus Snape. Incluso Sirius reafirmó su desconfianza en él. Si fue Remus quien dejó la sociedad o en realidad fue la sociedad quien renegó de él, a Remus no le importaba.

- ¡No es lo que piensas! – protestaba Lily en un avanzado estado de embarazo – ¡No es Remus, él jamás traicionaría a Dumbledore, ni a nosotros tampoco!

- Lily, el bebé, cálmate – suplicaba James.

- ¡¿Entonces cómo lo explicas, Lily?! – exigió Sirius en bramidos.

Remus los escuchaba desde el desván, no estaba dispuesto a participar de nuevo en las discusiones, en las anteriores no se molestó en argumentar sus motivos, simplemente se basaba en que prefería dialogar en vez de asesinar a sangre fría a una persona con la que prácticamente había crecido. Se excusaba en ello para no contar la verdad, no tenía fuerzas para confesar que amaba a Severus, no se veía capaz de sacar todo eso a la luz y con ello rememorar todo lo que habían vivido y la culpa que sentía, se responsabilizaba de que Severus fuera un mortífago.

- ¡¡No puedo explicarlo, Sirius!! ¡¡No puedo!! – bramó ella enfurecida – ¡¡Pero yo tampoco estoy de acuerdo en buscar y matar a Severus y no por ello significa que sea una espía de quien-tú-sabes!! ¡¿También vas a poner mi palabra en duda?! – cuestionó colérica – ¡¡Severus y yo fuimos amigos, por amor a Merlín...!!

- Esto es ridículo, Sirius – intervino James – Remus es nuestro amigo, él...

- ¡¿Nuestro amigo?! – cuestionó violentamente sin dejarlo acabar – ¡¡No lo reconozco!! ¡¡Se pasa el día "llorando" – masculló con sarcasmo, sugiriendo que en realidad aprovechaba la intimidad que Sirius le otorgaba para menesteres innobles – en el puto desván, y suerte que sellé la casa, porque sino se pasaría la noche vagabundeando por Merlín sabe dónde o haciendo quién sabe qué cosas con quién!!

- ¡¿Qué insinúas?! – se escandalizó Lily

- ¡Hace unos meses casi me matan por su culpa! – les recordó alterado – ¡¿No es eso suficiente evidencia?!

- ¡De no ser por él estarías muerto! – objetó James.

Era una fría noche de marzo, el desván era la parte más gélida de aquella casa, pero también tenía unas vistas hermosas; la ventana del desván daban a un parque infantil, la escarcha que había helado las cadenas de los columpios en invierno empezaba a descongelarse, los niños volverían pasado un mes más, a Remus le gustaba mirarlos jugar. Se acercó a la ventana tapándose las orejas para no escuchar más, miró el parque, las farolas lo alumbraban, había una fina capa de nieve en los columpios, balancines y resbaladeras que por la mañana ya no estaría, quizá se despertase con sus risas...

Pero entonces cayó en que de repente había demasiada tranquilidad, al destapar sus orejas se dio cuenta de que James, Sirius y Lily guardaban un silencio sepulcral para la acalorada discusión que mantenían momentos atrás aunque tuvo su explicación lógica; el timbre sonó, y por el quejido de Lily supuso que no era la primera vez que sonaba. Eran tiempos tan peligrosos que los magos evitaban ir de casa en casa sin avisar antes, presentarse por sorpresa significaba que algo muy malo había ocurrido, o que alguien se estaba haciendo pasar por un conocido, por lo que todos entraron en tensión y echaron mano a sus varitas.

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